miércoles, 6 de mayo de 2009

Qué maravilloso día, o qué día más wonderfull, brother



Ocurrió el otro día, a las seis de la tarde. El sol brillaba de forma tenue y aflautada, como emitiendo rayos con sordina. Seguro que fue un día como ese, el que inspiró a Louis Armstrong para su, "What a wonderfull day". La calle, antigua, estrecha y desequilibrada, como si sus esquinas se hubieran desaplomado por tantos años de soledad. Es céntrica, tranquila y silenciosa, un tanto desgarbada, un tanto descuidada, y un tanto triste. El abombamiento húmedo de las fachadas es como pómulos de vieja recién llorados y restregados con la manga, y sus aceras huelen a riegos de minga, seguramente debido a su cercanía con una zona de copas nocturna.

Trato de explicar mi propia sensación, yo, así la veo. Si fuera una calle andaluza, cercana a La Giralda o a cualquier iglesia o catedrál, como lo es ésta de, El Pilar, habría naranjos, buganvillas, damas de noche, y rejas junto a los portales, habría talleres de artesanos, macetones de helechos trenzados, y frisos de virgen, pero aquí hay poco arte y el poco que hay está escandalosamente enmohecido.
Como digo, estoy en la calle de nuestra Casa de Zitas, es domingo a media tarde, con sol, brisa suave, garitos cerrados y, tiempo para andar con parsimonia. Te fijas en cosas, en casas y en casos. De las dos primeras ya he hablado, y ahora viene, el caso. Al final de la calle, una plaza, en la plaza, un banco, sentada en el banco, una moza, sobre la moza, un mozo de pie que le sujeta la cabeza intentando hacerle un boca a boca, ella que se resiste, él, que insiste, en ese momento, un coche de la policía, dos maderos bajan, usted venga conmigo, cuatro a cinco metros más allá, a ver, documentación, el otro poli, a la chica, ¿todo bien?, es guapa, muy guapa, yo me cosco de todo, estoy muy cerca, ralentizo mis pasos, puto cotilla, a ver como termina esto, su cara es dulce, morena y transparente, como un cristal de azucar, como un zumo uva, como un mineral de blenda, es dulce, y su lenguaje, exótico, está bien, pego que me olvide, dice señalando al brother que está enseñando papeles, desea denunciar, no, no quiego denunciar, sólo quiego que me deje en paz, que no me toque, que no me bese, que no me goda, yo, ya estoy alejándome, aunque de vez en cuando vuelvo la cabeza, ahora me es imposible oir, sólo ver la perfección de su rostro, intuír el ritmo de su aliento y, cómo le indican al tipo que se largue y que no la toque, que no la bese, que no les joda.

6 comentarios:

Pinocho dijo...

...precioso si te hubiera tomado de los ojos yo un ratico, entonces: sí efectivamente.

pepe montero dijo...

Un asedio yuxtapuesto totalmente horizontal, Pino, ya sabes, eres mi si-nó-nima de ojos compatibles.

Child in time dijo...

Un ritmo muy a lo Perrera, primo. Qué bien te ha quedado. Eres un fiera. Hay si yo tuviera tus manos. Entonces se iba a cagar la perra.

pepe montero dijo...

Daniel Ruíz, prende, querido Child. Chatarra y Perrera, ante ese lenguaje de arrabalera pampa, me poco con el culo en pompa. ¿Mis manos?; son unas zorras de matarife. Las tuyas sí que manejan bien el bisturí.

Abrazos.

Anónimo dijo...

Un escrito de puta madre, sí señor. Me enamorado de la calle, de la chica, de los policías y de las buganvillas.

Besazo.

La Bizca.

LUIS ROSER RODRIGUEZ dijo...

Muy interesante lo que has hecho Pepe de veras, tiene un ritmo muy bien intencionado, me gusta como describes la calle santa Isabel.
Y tienes razón el poco arte que hay está enmohecido.

Un saludo

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