miércoles, 28 de enero de 2009

Viento



El Dios, CAMARÓN.

Hay momentos de viento cabrón
y los pájaros carpinteros como yo
se refugian en el hueco de su pino
y allí me quedo, decúbito supino.

Emulando las comparativas de Manuel Vilas, John Updike, es el Camarón de Norteamérica y, viceversus.

¡Corre, Camarón!, le dice el Rabbit de, La Belleza de los Lirios. Ya soy translúcido, como mis brujas, como tus tientos. Ahora, libres los dos del cancer de pulmón, a la luz del cigarro, ¡unas alegrías!.

jueves, 22 de enero de 2009

Sólo para la noche


De la Plaza San Francisco a la Plaza de España, leo 27 páginas, entre parada y parada, entre semáforo y semáforo, entre reojo y reojo con cara de mala hostia hacia quienes hablan por el móvil, por bulerías, sin cortarse un pelo, sin bajar el volumen del desparpajo.

Aquellos a quienes les gusta la poesía, que vayan, que vayan corriendo a la librería Antígona, a por uno de los 101 ejemplares de Solo para la noche.

Ana Muñoz, dice en la pág 47, "quiero escribirte un poema lleno de ventajas" y para ello no duda en extralimitarse ofreciendo intimidades sorprendentes.

El poeta escribe, y el lector lee y, si el poema es bueno, los dos experimentan el mismo escalofrío, la misma conmoción.

Ana, sabe que para acercarse a la verdad, tiene que hurgar en sus llagas, reales o imaginadas. No hay otra forma de que suba a la superficie el misterio.

Ana, sabe que todo depende de un hilo. Un hilo que te viste, pero que si alguien tira de él, te quedas desnudo, sólo, en el centro de ti mismo, sólo, con la angustia y el deseo.

El primer poema nos presenta a una suicida de 18 años que quiere escapar, capar una tormentosa adolescencia para volver al claustro materno.

En el segundo, nos invita a cantar con ella una canción azul, entre un rumor de olas de septiembre. En otros, cuenta los besos que no le dan, las palabras que no se dejan encontrar, las puertas cerradas que hay detrás de cada puerta. Habla de escobas hechas con pelos de coño, de latidos de caracola, de no dormir sola y hacer el amor en cadena perpetua, de que los dolores grises son masculinos, y los femeninos, marengo, del llanto de escupitajos y piedras que configura el silencio, de palabras capaces de penetrarla y para las que se abre de piernas, de un extraño viento interior que le levanta las faldas.

La autora se sale, en su descenso hacia el yo y, esa exploración introspectiva troquela versos sutiles, sin quebraduras bruscas. Es un pregón al que ha limado cuidadosamente la rebaba de cantinelas urbano- cósmicas, urbano-bíblicas o urbano-jautas.

De La Plaza de España a Cuellar, caen las otras 27 páginas. Es fantástico el encantamiento que produce la lectura. Impide que se escape la atención hacia cualquier voceras de móvil de los que hablan a todo gas.

A todo gas, recomiendo ir a Antígona a por Sólo para la noche, edición limitada.
Verán como le es posible a una autora de veinte años, alcanzar la revelación y expresar con increíble intensidad, la sequedad de alma, y un mar de hastíos.
¿Imaginación, talento, técnica, intuición, destreza?, ¿o transcripción de amargas experiencias?.

Cuesta situar a alguien que siempre esgrime alegre sonrisa, mirada radiante y dulzura adolescente, componiendo una arquitectura poética tan angustiosa.

"Será eso,
la angustia del diccionario,
saber que lo tengo todo sobre mis manos,
todas las miradas,
las melodías,
los sabores,
las caricias, todas las palabras.
El verbo exacto para cada oración
o para cada -estar sentada viendo la vida pasar.-
Será eso,
la angustia del diccionario,
saber que lo tengo todo sobre mis manos
y mis rodillas.
Todo,
todas las palabras,
y no se dejan encontrar."

lunes, 12 de enero de 2009

Que hermoso

Carlos Edmundo de Ory a Miguel Labordeta.

Madrid, 8 de noviembre de 1951.

"...Tú estás llamado a ser quien me ayude, si lo deseas a salvar la poesía de los poetas.

España se ha vuelto una sección de poetas. Yo sé que tú estás sintiendo como yo. Pero tú tienes sangre en los cojones. Por eso te hablo delante de la garganta abierta y erótica de la lluvia que jode con el viento como una puta caída de los cielos."

jueves, 1 de enero de 2009

Rompimos




Rompimos con el 2008,
con el 2007
con el 2006,
con el 2005,
con el 2004,
con el 2003,
con el 2002,
con el 2001,
con el 2000,
con 1999, el año que murió Manuel Vargas Jimenez: Bambino.

Rompimos, hasta que el mosto ensalivado de las uvas, se me atragantó al escuchar su voz, desdoblada en la de Manuel Lombo.

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