domingo, 12 de abril de 2009

Saturrarán









Hay un lugar, en el norte, besado por el cantábrico; un lugar cuyo nombre nace de una leyenda: Satur y Aran. Con esos apelativos se conoce a las rocas de un acantilado cuyas siluetas, algunos atardeceres, parecen tener apariencia humana.

A Satur y Aran, se los llevó el mar. Primero a él. Una galerna lo alejó poco a poco de los ojos de Aran, que se cubrieron de escamas de sal, silencio y miedo.

Desde entonces, ella vivió un tiempo acudiendo a esa playa a diario, con la esperanza de divisar las velas de la pequeña barca de su hombre, emerger del horizonte, o que del cruce de espumas saliera su cuerpo.

De ésta leyenda nunca se enteró, María, a pesar de haber estado tres años en aquella playa, recluida en un calvario de férrea reclusión, sometida a los horrores de la cárcel de Mujeres de Saturrarán. En aquél caserón, estaba, como otras trescientas presas, vigilada y manejada por monjas mercedarias.

Allí, parió a la hija de Fernando, un gallego republicanizado en Zaragoza. A él lo fusilaron junto a las tapias del cementerio de Torrero y, a ella, sin ni siquiera comunicarle que ya era viuda y, seguramente por estar preñada, la llevaron a cardar penurias bajo la tenebrosa dirección de sor María Uribesalgo; temerosa de Dios y, superioraalcaidesa de un Alkatráz, en los mismísimos ovarios vascos de la costa cantábrica. No constan más intentos de fuga física que los piojos que lograban adherirse a los coños de las monjas, y a la cavidad prepucial de los interrogadores de la guardia civíl.

Así, debería empezar mi primera novela. LLevo recopilando datos, mucho tiempo; juntar documentación para luego novelar. Estaría basada en hechos reales, tan reales como pueda ser la inmersión en unos años de la vida de mi suegra. Por eso tendría que depurar el baile de sentimientos, tomar distancia, tomar aire y, muchos litros de café.

Ella sobrevivió a las 120 muertes de reclusas, y su hija, a los 57 fallecimientos de niños y niñas que la tuberculosis, el tifus, la desnutrición, y la septicemia, que hicieron que se ampliara el cementerio de Mutriku.

María, nada entendía de política, su único compromiso era con la aguja de coser, su afiliación, el contorno de sus clientas, su arma, la tijera, sus víctimas, las telas, su delito, enamorarse de un buen mozo de Monforte de Lemos.

Él, sí. Él era militante de la C.N.T., decidido, o sumiso, listo, o tonto. El caso es que nadie pudo o quiso, dar testimonio de cómo fue su último soplo, ni en que punto se perdió su última mirada. Creo que a veces se le ha presentado a su hija, como descendiendo de una conjetura, oliendo a consuelo, detrás de alguna noche oscura y desmedida de horas, pero no le ha dicho nada, y es natural porque es dificil de entender el incomprensible idioma de los muertos.
Si hubiera podido, seguro que le hubiera dicho que el soplo y la mirada fueron para ella.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Si, una buena idea esa de depurar sentimientos. En esta vida cada uno cuenta la feria segun le va....

Anónimo dijo...

Ánimo, constancia y talento. Lo último creo que no te falta. Dificil es abordar una historia de la guerra civíl sin que suene a leída.
Suerte.

Anónimo dijo...

Me he encontrado una lampara, la he frotado, y a salido el genio (no el mio a Dios gracias) y le he pedido que se dejen ya descansar a los muertos en paz, que no le demos más vueltas a la mierda, que asi no se curan las heridas y heridas habia en los dos bandos.
Creo que el genio era sordo.....

Anónimo dijo...

A mi no me gusta frotar recipientes por muy lamparas que se genien, pero creo, intuyo que no es de enfrentamientos de lo que quiere escribir Montero, sino de sensaciones y sentimientos. O eso deduzco del texto.

Alba.

child in time dijo...

Ya estamos con esa idea pepera de cuando se habla sobre las atrocidades de la guerra civil es para ponerse en el bando de los sociatas. ¿Es que se sienten aludidos por algo? Sólo hay dos bandos. El uno es el de los hijos de puta; y el otro el de los que viven y vivieron la injusticia de estos hijos de puta. Si Váquez Figueroa tomó como marco las minas de coltán del Congo, por qué no iba a hacer Pepe lo mismo con lo que más a mano tiene. Me has dejado en ascuas, Pepe, deseandito estoy de que empieces a escribir tu novela. Y más desandito de que la empieces a acabar.

Anónimo dijo...

No hay entierro digno sin recuerdos dignos.

Digna prosa.

La Bizca.

Pinocho dijo...

Jodido y precioso diamante en bruto de mis entrenoches....dejas miguitas y corro(me) con prisas a tu encuentro. Maldita sea la ausencia que me clavas de recuerdos y benditas tus llegadas sin golpeteo de puerta alguno....que para eso estan las bisagras sin llave: para abrazarlas con una caricia y dejarlas ir con un par de dedos.
Hora era...era hora....te manadré deberes del por si acaso. (Pepe, mi Pepe)

Anónimo dijo...

El odio, al que más daño hace es al que lo siente.No te digo nada más, porque no vale la pena.
Para Child in time.

pacopeco dijo...

Venga Pepe con ese libro!!
Seguro que no caerás en los malditos tópicos.Gran historia.
Abrazos.

child in time dijo...

Joder y te habrás quedado calvo con la sentencia. Yo te voy a decir otra: "El que nace como nace así nace y así se queda". Qué te parece, eh. Me la acabo de inventar. Para que veas. Y si tú dices que no vale la pena seguir discutiendo, pues vale. Ya ves tú. Pero vamos, si ir soltando sentencias de ese tipo te parece argumentar, pues llevas razón, no vale la pena seguir hablando, tron.

norberto dijo...

“los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla” es otra sentencia, pero eso de echar tierra sobre las historias de los hombres y mujeres que la vivieron es cuando menos, una canallada. Pepe, ¡emocionante! Sigue por ese derrotero, nunca se escribirá suficiente sobre nosotros las gentes que aun después de muertos nos quieren encerrar en el olvido por valores que fortalecen un “destino patriótico en lo universal”. ¿recuerdan a las máximas del dictador?
norberto

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