Una anciana, muy anciana sube al autobús. El autobús va repleto, muy repleto.
La anciana es muy anciana pero muy irascible. Vamos que será muy anciana, pero también muy borde. Abronca al conductor. Abronca a los que están detrás, delante, y a los lados.
Abronca a los que no se levantan para cederle el asiento. ¡Qué poca vergüenza".
Otros ancianos la corean. Hay muchos ancianos en el autobús. Todos le gritan al conductor.
El conductor masculla algo. Estornuda y se suena los mocos.
Y se seca las lágrimas. Por éste orden. Y con el mismo pañuelo.
En todas las paradas suben más y más ancianos.
Todos expresan su ira. ¡Una hora esperando!.
¡Que pongan más autobuses!. ¡Qué poca vergüenza!.
El conductor mira por el espejo retrovisor.
Cada vez da más frenazos.
Y masculla.
Y arranca con brusquedad.
Y estornuda.
Y se suena los mocos.
Y las lágrimas.
Y se rasca los huevos.
Por este orden.
Deliciosa chaladura: Daaaaaalí! (Quentin Dupieux, 2023)
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Con su habitual ruptura de toda lógica narrativa a través del
quebrantamiento de los límites del tiempo y del espacio cinematográficos,
era inevitable que ...
Hace 21 horas
1 comentario:
A mí me gusta bastante viajar en taxi, también los conductores dejan bastante que desear, no se rascan los huevos directamente pero como si lo hicieran, llevan el fútbol puesto con bastante volumen y si no la cope,no sé cuando sea anciana si podré soportarlo sin gruñir.
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