De bruces, en toda mi longitud, con la dignidad degradada y, todo el peso del cuerpo sobre mi salvadora; la palma de mi mano izquierda. Estoy atravesando el Parque Pignatelli, está oscuro, falta luz en algunas farolas, la temperatura, agradable. Hora, las 21, 30, voy rápido porque llego tarde a una cita, sin zeta. En el último tramo, junto a la plaza Diego Velázquez, suelo adoquinado, algunos, levantados a mala leche por las raíces de los árboles que empujan hacia arriba la tierra alicatada de piedra. Oigo el uhu-uhu de un pájaro, y huy-huy de otro, y el tumulto de algunos más, sweet nuture, levanto la cabeza. Hay varios bloques que sobresalen hasta cuatro centímetros, (de eso me di cuenta después), tropezón, y al santo suelo, incredulidad, desconcierto, ligero aturdimiento. - ¿Está bien?, me dice alguien. -Creo que sí, respondo,- -gracias. Me levanto rápido, me palpo las rodillas, las caderas, el pecho. Todo bien, solo me duele un poco la muñeca izquierda, pero no hay rasguños, ni golpes en ningún otro lugar de mi cuerpo. Me fijo hasta donde había llegado mi cabeza, a un palmo del muro de granito, veintitrés centímetros y, me descalabro, me abro la cabeza. Un paso mal dado, no fijarse en el camino, y cráneo roto, y sangre, y sesos desparramados, y ambulancia, y uci, y en coma, y resurrección, o quizá, muerte, sabor agridulce, venda, ¡vete a urgencias!, no voy a urgencias, me duele, ibupropeno, la cama, cierro los ojos, me quedo dormido y, sueño con pájaros que se ríen, ¿cómo se sabe cuándo un pájaro ríe?, o cuándo se estremece, como dice Antón Castro. Me levanto, y sólo recuerdo la risa de los pájaros y, que, La Risa de los Pájaros, sería un estupendo título para una novela, pero no escrita por mí, por Philip Roth, o por Paul Auster, o por Juan Francisco Ferre, que escribe de los pájaros-asno, yo, pongo demasiadas comas.
Debería poner aún más comas, sobre todo al andar.
Palabra de Martin Scorsese
-
«La mayoría de mis películas favoritas que hoy son consideradas clásicos no
fueron éxitos en su época. Puedes señalar cientos de películas clásicas, ya
sea...
Hace 1 día
10 comentarios:
deberías mirar más al suelo querido Pepe..un abrazo "pajaró"
Vaya, Pepe.. te iba a decir felicidades, pero tengo que cambiar de saludo... decía mi abuela que el que cae y se levanta, gana terreno.
Un abrazo.
Mariano Ibeas
Si, Fernando, o cambio de suelo o dejo de estar lelo.
Nos vemos, poeta.
Te abarco.
Gracias, Mariano. No creas, tantos años de convivencia con los pies y resulta que ahora sólo quieren que los use para pensar; ¡cabrones!.
Un abrazo.
Estuve en Osma el sábado, te dejo unos leños del monte de mi bisabuela y el Thombocid para q te lo apliquen como es debido, seguro q habrá una chimenea cerca.
Besos
Lo importante sucedió…¡ viviste para contarlo! ¡Ánimo! Fíjate el trecho que recorriste.
Norberto
¡Cáchis!, Isabel. Hubiera estado bien que alguien hiciera un corto del trompazo. La punta de un zapato que tropieza, una primera toma a velocidad normal, otra a cámara lenta, como flash back, mientras una rubia se afana en presente con mi body, aplicando thrombocid, para el concurso de El Burgo.
A propósito. NECESITAMOS ALGUIEN CON HABILIDADES VIDEOARTÍSTICAS para un proyecto de La Casa de Zita.
Reconozco, Norberto, que no es lo mismo un tropezón en un parque, que una arrollada de tren. Eso sí que hubiera impresionado: "anoche me atropelló el AVE, Zaragoza-Barcelona y, aterricé en la zona alta de La Diagonal sobre la cama de Judit Mascó", y a continuación, que si ya que has venido quédate y te aplico uno poco de thrombocid, etc.
Pues tienes razón, pensándolo bien mejor es esto que te atropelle el AVE, o te atropelle un barco en el ebro, o te caiga un funicular de la expo encima.
Cualquiera de estas cosas pueden pasar, no es broma....
Cuidate Pep
La Judit tiene un marido muy cachas. Yo, puestos a pedir, me apunto al thrombocid pero que me lo ponga Belladona, que es rubia o morena, a elegir, y sé cuánto cobra. A ti no hay AVE que te pille ¡maestro!
el casto Norberto
Publicar un comentario