

Comencemos bien. Uno de Enero, 2010. Tengo que hablar de este libro por dos razones; en justa correspondencia, porque el autor me nombra a mi, y porque es una gran novela que hará las delicias de quien conoce El Moncayo y sus comarcas. Hace un par de años, su autor,
Miguel Ángel Marín, me dijo: Pepe, tengo una novela escrita, la escribí hace mucho tiempo, la presenté a varias editoriales y ante el poco interés por publicarla la metí en un cajón. Pero me interesa tu opinión, anda, léetela y dime que te parece.
Miguel Ángel, es sobre todo, poeta. Ha escrito treinta poemarios con el corazón, el páncreas, el hígado, la molleja y, con todas las partes tiernas de su organismo. Leí el tocho de folios, lo releí, tomé apuntes y le escribí mi impresión debidamente cribada, sin dejarme atrapar por la amistad; lo que me gustaba y lo que no, lo que me entusiasmaba y lo que me aburría, lo esponjoso y lo fosilizado.
Hace una semana.
-Pepe,
Albeta, ya está en las librerías-
-No jodas, qué bien, qué alegría, corro a por un ejemplar.
-Que sepas, que te nombro un poco, nada, una tontería.
Y aquí lo tengo:
Albeta. No digo nada porque a mi no me gusta decir nada. Sólo que merece la pena leerlo antes del 2011. ¿Porqué?, no digo nada, sólo digo que quien no lo lea se avergonzará de no haberlo hecho. Necesitas leer este libro si quieres dejar de ser un desgraciado individuo. Que quede claro. No digo nada porque a mi no me gusta ser un soplón pero si quieres dejar de pertenecer a la tribu de los perdidos, cómpralo, léelo, encadilate.
Repito, en el 2011, si aún no lo has leído, no habrá remedio conocido para ti.