Algo me dice que debo controlarme. Que horrible es ese verbo: controlar. Que no es cuestión de rellenar el muro con empalagosodades amorosas, de hacer el ridículo volcando aquí travestidos de poema las maravillosas sensaciones que estoy teniendo estos días. Me he burlado muchas veces de los taxidermistas del amor, pero nadie va a pararme. Mi felicidad es perfecta y creciente. Soy vulnerable, y necesito gritarlo, pintarrajearlo, estoy ilusionado,y tengo miedo, estoy en una nube maravillosa que me ha desencabronado, desplastificado en la que hay lenguas, pezones, ojos entornados, y te quieros, muchos tequieros, maravillosos y necesarios tequieros y, me encanta compartirlo y resultar patético, y vomitivo, y llorón, y ñoño, y dulzarras, iluso, y sensiblero, y tener miedo. El miedo sólo se tiene cuando hay algo importante que perder, y ahora lo tengo.
Deliciosa chaladura: Daaaaaalí! (Quentin Dupieux, 2023)
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Con su habitual ruptura de toda lógica narrativa a través del
quebrantamiento de los límites del tiempo y del espacio cinematográficos,
era inevitable que ...
Hace 20 horas