Esa mujer de negro de la derecha me contaba cuentos, historias y misterios de su pueblo. Era una persona tranquila a la que jamás vi un gesto de desánimo o histerismo a pesar de la carga de escaseces para sacar adelante a tantos hijos. De esa mujer de negro heredé todas mis virtudes, saboreé los platos con cuchara, obtuve los resortes para ser persona, me llevó en brazos, me condujo de la mano, me recostó en su hombro, me limpió los mocos y me enseñó a cerrar los ojos e incubar atlántidas. Pero sobre todo, todito todo, esa mujer de negro de la derecha parió a mi madre.
Hace un año nos dijimos el primer, hola. Un, hola con lengua y celestial. Un, hola, como caído del cielo.
Como de fruta fresca, como de flor de piel, un hola, inofensivo pero que luego sería, lazo y broche y horquilla. Encantado de conocerte, dije, lo mismo digo, dijo. Después quedamos en ir haciendo nudos con las dos respiraciones y esto ya no hay Dios que lo desate.
No hay remedio.
En cada, hola hay una intensidad de, todo está saliendo bien.
Muy bien.
Hostia que bien.
Cuando los poetas le dan al pico con contundencia plástica y simbolismo escenificador, cuando los poetas largan muchas palabras que saben a pocas, cuando los poetas son sin pretender ser, y se lo curran, y se lo inquietan, y se lo trinitan, y se lo bifurcan, y se la juegan, y se lo curvan, y se lo reptan, ocurre lo que ocurrió anoche en La Casa de Zitas, en ese caserón de reminiscencias volteranas, en donde unos primos juegan a embellecer sus vidas por medio del arte. Ocurrió que estuvo todo muy rico. Marta Navarro, estaba, rica, en calidad ,calidez, y exuberancia, Charo De La Varga, rica, hasta la blasfemia, Miguel Angel Ordovás, rico sublime , y Gustavo de Don Nadie, cósmicamente rico. Toda esta gente bombeaba un fluido euforizante, un magma intenso, de alta frecuencia que nos puso los pelos, así, pa arriba, encofraos y pimpantes. Creo que a ninguno de los que atestábamos la sala, nos acosó ni un segundo de sueñera. Nadie se quedó, sopa. QUE SE SEPA.
martes, 27 de marzo de 2012
Se convoca el segundo concurso de POESÍA y RELATO ERÓTICO organizado por la Asociación Cultural “La Casa de Zitas”, Zaragoza.
Descripción de la convocatoria:
1.- Los trabajos se presentarán en las modalidades de relato corto o poesía.
2.- Las obras serán originales e inéditas. Escritos a máquina u ordenador. La extensión máxima será de 30 líneas tanto para poesía como para relato. Letra Arial. Doble espacio. Tamaño fuente 12 caracteres.
3.- De temática erótica, podrán participar escritoras y escritores de cualquier nacionalidad con textos en castellano.
4.- El periodo de recepción de las obras permanecerá abierto desde el 5 de marzo hasta el 4 de abril del 2012, teniendo lugar el fallo del jurado el próximo mes de mayo.
5.- La dirección a la que pueden enviar sus trabajos es lacasadezitas@gmail.com.
El Certamen está dotado con:
1.- Los tres primeros relatos y tres primeras poesías seleccionados recibirán una camiseta personalizada por artista local y diploma acreditativo.
2.- Así mismo los diez mejores serán obsequiados con un c.d. con la grabación de sus textos.
3.- Habrá una selección de los mejores textos que serán leídos por reconocidos rapsodas, grabados y colgados en el blog de “La Casa de Zitas”. Otros se incluirán en formato texto.
En septiembre se realizará una perfomance teniendo como base los trabajos recibidos. Lugar La Casa de Zitas, C/. Santa Isabel nº 5, Zaragoza 50006. Quienes estén interesados en leer su texto, deberán comunicarlo al enviar la obra. La fecha, nombres de rapsodas y demás serán anunciados en el blog lacasadezitas y en facebook.
Rapsodas: Luis Trébol y Elena Garrido
Los participantes en este certamen dan su consentimiento a la Asociación Cultural “La Casa de Zitas” para su difusión y promoción.
Eso, eso, poemas y relatos, salidos, obscenos, picantes, peligrosos, polvos al curry, dulces y guarros al mismo tiempo, chic@s mal@s, sí, sí, sí, que gusto, mmm!. Estos son los cimientos sobre los que se asienta la vida, el sustento vitalicio de la humanidad, la humedad y el mojo. A mojarrr!. Describe lo más escabroso y desenfrenado. Necesitamos nuevas logísticas amatorias para redescubrir el placer del con, y del sin. Esa poesía y narrativa erótica, pasada de moda, pasada de rosca, de carne y de pescado que ni satisface ni excita, tiene que volver a estar. ¿Estamos?.
Nos conocimos como sin querer y,tengo la sensación de que antes de conocerla, mi percepción del amor, era la misma que pueda tener un maniquí de poliéster, un fósil de lechuza, o una fregona. Hace ocho meses, no sé qué colores mezclé, qué ventana abrí, o de qué sueño apareció, pero aquí está, en nuestra primera, tercera estación, tutoríando mis ganas de vivir con ella lo que no está escrito, y eso, lo que no está escrito, tengo la suerte de poder vivirlo todos los días, cuando sus preciosos y estimulantes ojos, me abren la puerta de su mundo y me dice: tira pa'dentro, cojo. Y yo, entro y cojo.
miércoles, 28 de septiembre de 2011
----No es necesario el suelo, mientras haya hormigas en las tripas.---No es necesaria la constancia, mientras creas que el genio de la lámpara te concederá tres deseos, ---no es necesaria una casa, mientras los sueños sean tejas de alas de mariposa loca. ---Es necesario advertir que alguien, en algún lugar, durante una luciérnaga de segundo, se acuerda de ti, e insufla en la distancia una burbujita de aire, así: fffbbb!, una presión de abecedario, un trago de sol, una linea de agua de lavarse las manos, un dardo de mimo, o una fugacidad de boca a boca.
Duerme, niña y reponte del choque de narices al darte el beso de hasta luego mi amor, duerme y no sueñes conmigo que los sueños, sueños son, y yo ya soy tan real como diez reales de olor a macho, macho, macho que te macho. Y si sueñas hazlo con jazmines en el pelo y rosas en la cara, con la flor de la jazmina y con tu show en Youtube de como se hace una maleta tocador, su tabaco, gracias. Gracias a tus labios por besarme tanto, y a mi capullo de biznaga, lechoso y jazminero por estar al tanto.
Algo me dice que debo controlarme. Que horrible es ese verbo: controlar. Que no es cuestión de rellenar el muro con empalagosodades amorosas, de hacer el ridículo volcando aquí travestidos de poema las maravillosas sensaciones que estoy teniendo estos días. Me he burlado muchas veces de los taxidermistas del amor, pero nadie va a pararme. Mi felicidad es perfecta y creciente. Soy vulnerable, y necesito gritarlo, pintarrajearlo, estoy ilusionado,y tengo miedo, estoy en una nube maravillosa que me ha desencabronado, desplastificado en la que hay lenguas, pezones, ojos entornados, y te quieros, muchos tequieros, maravillosos y necesarios tequieros y, me encanta compartirlo y resultar patético, y vomitivo, y llorón, y ñoño, y dulzarras, iluso, y sensiblero, y tener miedo. El miedo sólo se tiene cuando hay algo importante que perder, y ahora lo tengo.
Dejarlos que hagan acampadas nocturnas y concentraciones revolucionarias. Que se revuelquen como lagartos en celo, que titilen como estrellas emocionadas, que sueñen con abrirle el vientre a la democracia, que se aplaudan unos a otros, y que se exciten a golpe de verso y megáfono. Dejarlos que se expandan como ondas concéntricas. Ni puto caso. Cuando vuelvan a casa volverán a ser, monstruos de sofá.
Desde que abrieron éste local, cuando salgo por la noche ya no pierdo tiempo en buscar ambientes en donde echar raíces durante un par de horas. Son tiempos difíciles, y el tiempo a poco que te descuides, si te quedas en casa, se escurre entre los dedos , se esfuma formando una neblina de aburrimientos.
Anoche, el son cubano de Toni Matute, resultó decisivo para auyentar los monstruos que se acumulan en el delco del corazón. Entre salida y salida a la calle, para decorar con colillas el asfalto de la calle Heroísmo, una bella, casi desconocida e, incruenta mujer, tuvo la proeza de sincerarse, entre chupada y chupada a su liado cicarrillo , me dijo: "Creo que odio a los hombres, Mont, creo que me estoy volviendo andrógina, que es absurdo y vomitivo dejarse mordisquear por un cerdo con instintos de pastor alemán, que es asqueroso que sólo penséis en el capricho de esa viscosa anguila, que lleváis entre las piernas". Y se quedó tan tranquila. Yo pensé; deben ser los ocho cafés sin azucar que decía haber tomado, pero no, parecía estar convencida y, aunque yo me resistía a creerla, es probable que sí, que esa expresión obedeciera a una alergia a los ácaros que saltaban de mis hormonas, o sea; el empleo de un plumero verbal para sacudirse el polvo.
Tengo un amigo, el extraordinario escritor, Manuel Vilas, que en la dedicatoria de su libro, Aire Nuestro, me nombraba, "coronel del aire". Él, que es frecuentador habitual del purgatorio entenderá que cambie el cargo por el de, coronel del limbo. Estar en el limbo te mejora el carácter, te lija el tedio, te modera todo tipo de hambres y, te prepara para que te ocurran grandes cosas sobre todo si has conseguido entrar en él con el salvoconducto de tres brugales con cocacola. En Zaragoza hay un limbo maravilloso, una sala oscura y afrodisíaca, que a las dos de la madrugada se llena de gente que ha decidido dejar de bostezar con los dientes apretaos y, acude allí para mover el esqueleto al rítmo invertebrado de la música celta. Ese lugar se llama, El Crápula, o Crápula a secas, no sé. El caso es que puedo recordar el terso cuello de, Lourdes Polo, que se encaprichó de mi pañuelo, y os aseguro que luciendo ese foulard y bailando, tenía tanta gracia y distinción como Ava Gadner en, La Princesa Descalza. Anoche bailé con ella y aunque no lo hice mal del todo, me propuse volver a hacerlo, pero por escrito... Por escrito, muevo mejor los pies, mi sonrisa es más sensual, mi deshinibición resulta total, y me puedo quitar veinte años de encima sin pactar con el diablo. ¡Joder!, Hay pocas mujeres tan sinceras como ella, la pienso llamar cada vez que necesite un ejemplo de sencillez halógena. Su proximidad resulta tan electrizante, que sólo un ingeniero de Endesa saldría ileso de sus estimulantes descargas. A lo que voy; aunque Lourdes se queja de la ausencia de marcha en el día a día de su vida, en una pequeña población, por contra, estoy seguro de que sus vecinos, al verla correr sus mediomaratones, estarán encantados de tenerla con ellos, tanto en sus cuesta arribas, como en sus cuesta abajos.
Me gusta cuando hablas porque no entiendo nada, y esa desenvoltura me entra por el umbral de la garganta, y alumbra la vida secreta de mis toses. También me gustan las rayas azules y blancas del espejo de tu recibidor, y que tu padre haya sido policía, y esas ronchas que te salen al rascarte, y que tu perra y mi chucho armen un pollo con las correas, fíjate tú, que gustos. Mear en tu bar, me gusta, y el dibujo crispado de tu frente cuando florece en tu móvil un mensaje maniático, la huella de tu culo en la silla, cuanto te levantas, que bailes con música de los 80, y el barquito de papel en donde hacemos un crucero canino por el canal de aguas estancadas. Todo eso me gusta, mi preciosa pelirroja.
Pero lo que más me gusta, es ver que aunque el universo entero se derrumbe a tu alrededor, haces siempre siempre lo que te sale del coño.
Al bueno de Sabina, al poco de escribir que se tarda 19 días y 500 noches en olvidar un amor le sobrevino un íctus isquémico, afortunadamente leve. Yo llevo 19 días, 19 noches y, ya me noto el cerebro cuajado de juanetes de tanto maquinar. No se me suelta el cable de la risa ni pa´dios, pero gracias a estas dos amigas de belleza laxante, estoy haciendo grandes progresos para desatascar.
La morena, me consuela diciendo, "no te preocupes, encanto, con el atractivo que tienes sería injusto que las mujeres sólo se fijaran en tu cuenta corriente y en la facilidad con que les puedes renovar el guardarropa".
La pelirroja de nuevo cuño, sin embargo, me anima con ejemplos más variados y estimulantes. Anoche, sin ir más lejos, con los últimos redobles del Domingo de Ramos me dijo: " vamos, monterico, anímate, las mujeres más lindas del geriátrico aún están a tu alcance. A mí misma el año pasado, me llevó al huerto un tipo de 200 kilos, y del tamaño de un parásito de sarna".
Cuando entro en su bar, se ralentizan mis pasos hasta llegar a la barra. Nada más verla, se forman remolinos de feromonas procedentes de detrás de su delantal, que atascan mi sistema respiratorio. Cuando me ve, se gira y me lanza una sonrisa, libre, socarrona y sabrosa de aliño que embiste mi cara, llenándola de farolillos burlones, y abolladuras, en la chapa de mis gestos.
Suele ser tarde, el bar se cierra a las 12 de la noche y yo, voy con media hora de tiempo y un sinfín de demonios en el colmillo retorcido. Lamentablemente, sólo es una buena amiga, porque ella pone límites y espigones de `namásqueeso´, monterito, en su sagrado corazón. Pero es inevitable que el polen turquesa de sus ojos, vuele y haga trizas mi carótida izquierda irremediablemente acostumbrada a no cruzar el semáforo en rojo.
Estos días, me hace un sitio en el diván de su amistad, salimos a cenar y apuntala con su catarata verbal el desmoronamiento irreal de mis obsesiones. El viento silba detrás de la ventana, hace una noche perruna, pero seguro que en estos momentos sube andando desde la calle Heroísmo, hasta el final de Torrero. Querida Irene, no sabes cuánto disfruto viéndote comer navajas a la plancha y chuletón, mientras te rumio.
Estoy pensando. Mejor dicho, tratando de no pensar, pero me vienen pensamientos grandes, como buitres grandes. Me entran con precisión milimétrica por el silencio de la mirada perdida. Qué silencio sinfónico más grande. Ni siguiera el enorme plato de espaguetis con ajo que me acabo de zampar, produce el más mínimo ruido procedente de mi barriga.
Y tú, quién coño eres, a tí que te importa lo que me pasa.
Un abrazo.
¿Un abrazo?.
Sí, el abrazo que te daba cuando llegabas a estas horas, a su casa.
Lo primero que hacías era mear, y cuando salías, ella te decía: Dame un abrazo, cacho guarro.
Se le caían. Las botas altas le hacían unas piernas orgullosas de sí mismas. Pero, de la rodilla hacia arriba se le caían y a ella eso la ponía muy nerviosa.
Qué tal me quedan.
Bien.
Qué coño, bien. No ves esas arrugas.
Qué.
Que me hacen la pierna gorda, pareces tonto.
Pues ponte otra cosa. Tienes veinte pares más.
No salgo.
No jodas, que ya llegamos tarde.
Que no. Piensa como lo arreglo, para qué eres modisto, vaya modisto de habas.
A mi las arrugas de las botas me ponen cachondo.
Vete a la mierda.
Soy modisto, no zapatero. ¿Tienes una goma?.
¿Eh?. Hoy no follas.
Que no mujer, con un trozo de goma te hago unas ligas.
¿Tú crees?. (después de mucho buscar). Solo he encontrado esto.
Esto mide un palmo, sólo sale una.
Vale, pues házme una.
Pues sí, me vale. Pero cómo voy a llevar una bota estirada y la otra caída.
Quítate el sujetador.
Y dale.
La otra liga te la saco de ahí.
Sí hombre, no pienso en otra cosa.
Me acuerdo de ese momento de tensión, cabreo, complicidad, y caos, porque esa única liga, esa, acaba de aparecer en un bolsillo de mi cazadora. Por fin, salimos, pero estuvo toda la noche refunfuñando mientras se estiraba de vez en cuando las putas botas.
Y Ahora que hemos roto, y no pensamos volver, viene a mi memoria ese poso feliz, sencillo y cotidiano, y pienso en la tragedia que realmente fue para ella, lo que sucedía, por encima de su maravillosas rótulas, justo desde el músculo sartorio hasta casi llegar al biceps femoral.
Me sienta bien. Esta historia es preciosa, Ana Torroja, es preciosa, sí, un regalo del cielo. El sonido del piano me lleva por ahí, lejos a algún sitio y a alguien. Alguien a quien abandoné hace mucho tiempo y que me cuesta olvidar, como a todos. Todos los que hemos vivido ya cien mil años tenemos ese tipo de recuerdos. Recuerdos que fluyen preciosísimamente, despacio, como en cuclillas, y remueven los posos esdrújulos de la nostalgia. Puff, por favor, qué merengue estoy, se me cae el piano encima, y pesa. Un piano de cola pesa 300 kilos, 300 kilos de olvido que cuesta olvidar.
Dice una antigua soleá, “mira si soy trianero que encuantito paso el puente, me falta el aire y me muero”. Y parodiando a García Lorca, el gran Nicanor Parra dice: ¿adónde quiere mi niña que compre flores de trigo, con qué tijeras le corto dos metros blancos al río?.
Cuentan que cuando Pepe Bejarano se iba a venir a Zaragoza le pidió a, La Esperanza de Triana una recomendación para La Virgen del Pilar, para que ésta suavizara el cierzo, puñalón y maniático , que lo hiciera más suave y menos despeinón, más dulce , nutritivo, y menos peleón. Pero como entre las vírgenes también hay sus más y sus menos, son orgullosas y tienen sus envidias de mantos y coronas a flor de costalero, la pilarica, tozuda y retrancosa, no le hizo ni puñetero caso. Es por eso que el probe Bejarano tuvo que crear en el Actur una burbuja de aire santero. Su casa es un museo de cristos y vírgenes, ante los que hace una kata o jartá de ejercicios respiratorios al caer el crepúsculo y, rodeado de un maceterío de jacarandas y buganvillas, magnolios y amapolas se convierte en un torbellino sideral, en un manos tijeras con las telas de lunares cortando volantes, vulnerables a la primera volada para que refresquen los acaloramientos internos de peregrinas y romeras. Este año, Pepe Bejarano nos pone mirando a La Meca, quizás porque en el horizonte no sólo se divisan pateras. Se adivinan aires sarracenos y tonás moriscas, revoluciones musulmanas, y exaltaciones mamelucas. Esta temporada, Pepe, convertido en muecín, nos llama a un tipo de oración pagana: La Sevillana, el baile de la seducción, supremo gozo para el disfrute terrenal, vistiendo a nuestras mujeres con una mezcla de bata de cola, y vestido de gitana almonteña con transparencias de odalisca para que, además de los pies, dance el vientre entre pasada y pasada, entre duende y duende, entre misterio y misterio. Se va acercando abril, aunque todavía es una cucaña resbalosa que nos devuelve a la realidad de la pena invernal, pero hay otra copla que dice: “a las penas, puñalás”, y eso es lo que hace Pepito, dar puñalás a las contracturas del invierno para que las muchachas , al olear los brazos luzcan sus modelitos y nos induzcan al sofoco de un preludio de cortejo, con la mirada soldada a la hermosura de su contorno, talle y caderas. Entre el harén del requetedicho-so, Pepe Bejarano, de las modelos que pasan sus trajes, de chicas iridiscentes de pezón de aceituna y nalgas de confitería, hay auténticos bellezones que elevarán la temperatura del local varias décimas por encima de lo normal. Cuidado con las llagas de pupila que producen los polvos de estrella.
Se nos ha muerto la señora Serafina, la cigarrera del tubo. Descanse en paz. A ver dónde compramos ahora el Wiston, casi un euro más barato que en el estanco. Quien quiera saber algo acerca de quién era, y de lo que representaba para los fumadores de Zaragoza, aquí, y aquí.
Con un frío que pelaba, o con una manta de lluvia, la podías ver siempre con la colilla en la boca. -Serafina, dame cuatro paquetes de Wiston, -¿blando o duro, maño?, -duro, ya lo sabes, - qué coño voy a saber, ¿tú te crees que me acuerdo de todos?, te soltaba a bocajarro. Serafina en su exquisito mal genio era infinitamente más amable y cercana que cualquier estanquera de esas que te dejan las monedas del cambio con un ruido seco, un saco de indiferencia y un chorreón de sequedad. Serafina, ¿sabes cuándo abrirán El Plata?, le preguntaba yo hace unos años, cuando lo estaban terminando. - Qué pesaos, yo que sé, ya lo abrirán, coño, joder que tropa.
Ya no me queda nada por decir Todo lo que tenía que decir Ha sido dicho no sé cuántas veces.
Nicanor Parra.
Es más, si quedara algo, ya no me da la gana. No pienso abrir la boca hasta que mi corazón se levante y ande, hasta que no sienta que siento y, de momento sólo me siento en el retrete.
De lo que se deduce que me conformo con ir enterándome de lo que diz que sienten otros, que ya es mucho.
Todo empezó como un juego. La idea no era nada novedosa: una invitación a desarrollar un concepto artístico inspirado en la letra Zeta, digo que no era nada original porque ya se hizo con motivo de la Expo. Pero como teníamos ganas de hacer cosas decidimos ponerla en marcha. Cada uno de los miembros del grupo, La Casa de Zitas invitaba a participar a personas significativas en diferentes lenguajes, plásticos, poético literarios, pictóricos, escultóricos, fotográficos, cinematográficos, musicales, etc.
Ya tenemos mas de 60 obras, un libro que recogerá fotográficamente la producción, y un itinerario expositivo más que atractivo. La primera exposición tendrá lugar en El Instituto Cervantes de Toulouse, después en El Museo de Historia de Zaragoza y, muchas fechas y lugares interesantes para exhibir el montaje de Zetas.
Es increible la capacidad imaginativa que tiene la peña para engendrar obras con un tema tan aparentemente nimio y explotado.
Ese engendro de ahí arriba es la mía, la Zeta de mis sueños. Digo de mis sueños porque llevo tres meses dándole a la cáscara, al cuenco, al mortero y, de un montón de ideas geniales, esa es la que he sido capaz de realizar,
Si a alguien le gusta aquí dejo la receta:
Una calavera tamaño natural preferiblemente de plástico, aunque tendría más mérito robarla de algún cementerio.
Una sierra de marquetería para cortarla.
Un paquete de sopa de letras.
Unas pinzas con punta de pelicano.
Diez tubos de pegamento transparente.
Un bote de pintura de forja.
Dos de pintura acrílica, (blanco y rojo).
Una barra de soldadura en frío.
Una revista de la que obtener letras recortadas.
Una tapadera de sartén, (en los chinos, 1. 80 Eu).
Y 30 horas, desordenadas, idénticas, sufridas, inciertas, aburridas, indiferentes, asexuadas, 30 horas, perdidas, tontas, descanalizadas, perplejas, y esparcidas.
Según Moisés, antes que nada, estaban las tinieblas, luego vino la luz. Pero la luz provoca sombras, deslumbramientos y ceguera. Hay que acostumbrarse a la luz y a la oscuridad. No es bueno ver las cosas demasiado claras, o un tanto ennegrecidas. Para ver bien hay que cerrar los ojos, y así, las reverberaciones no te ofuscan; la eterna lucha entre Horus, hijo de la luz y, Set, hijo de las tinieblas. ¿De quién eres hijo tú, hoy, Domingo de Resurrección?, ¿en qué penumbras y resplandores has resucitado?. ¿Ha sido un milagro de acierto o de metedura de pata?, ¿en qué desierto o Antártida has despertado?, ¿en qué odios, en qué inopias?, ¿qué luces tienes desde que te dieron a luz?.
Claridad, adminístrate, no dejes que me suba a la parra, o que me de contra un muro, o que me quede inmóvil como una iguana, o que camine a trompicones de orgullo, o que me crea un ser iluminado. No me calientes la cabeza que ya ha terminado el aquelarre de ruido, carracas y bombos. Claridad, emplea tu poderío en alejar de mi la mala leche, la estupidez intolerante y los pensamientos que me traen a mal traer. Líbrame de las empanadas mentales, de las mil vueltas, de la paja en el ojo, y del ojo por ojo. Claridad, ángel de la luz, aleja de mi este calvario, pon tus manos en mi cintura y cántame el OnlyYou.
Esta semana toca escribir sobre un fondo nazareno hasta que los tambores dejen de gritar. Yo no tengo nada que ver con todo eso, pero esta semana, esta semana me voy a poner morao.
Dijo así.
Si para recobrar lo recobrado debí perder primero lo perdido, si para conseguir lo conseguido tuve que soportar lo soportado,
si para estar ahora enamorado fue menester haber estado herido, tengo por bien sufrido lo sufrido, tengo por bien llorado lo llorado.
Porque después de todo he comprobado que no se goza bien de lo gozado sino después de haberlo padecido.
Porque después de todo he comprendido que lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado.
Casi ná. Me lo voy a aprender de memoria, sin memoria, mejor me moría.
Buenas. Buenas. ¿Tienen indiferencias?. Sí. Pero, ¿son originales o réplicas piratas?. Réplicas, como toda buena indiferencia, ya sabe. No, no sé. Todas las indiferencias son falsas. ¿No hay ninguna auténtica?. Imposible. Bien. Otra cosa. Dígame. ¿Y compulsivas?,¿ tienen indiferencias compulsivas?. Déjeme preguntar. Me dicen que hay, enamoramientos compulsivos, silencios compulsivos, opiniones compulsivas, obsesiones compulsivas, odio compulsivo, estupidez compulsiva, y gracietas compulsivas. O sea, que no. No. Pues paso. Pase.
Para salir de la crisis hay que ser abeja durante un par de años.
"Resulta fascinante que en la naturaleza existan seres tan pequeños que traigan al hombre grandes beneficios. Las abejas representan el paradigma de la laboriosidad y el empeño, protagonistas de un interesante y organizado modo de vida, que sólo con paciente estudio ha logrado salir a la luz y maravillar a todos. Del resultado de su encomiable esfuerzo se deriva la obtención de un sinnúmero de sustancias de alto valor nutricional y medicinal, que el ser humano ha procurado utilizar para su provecho.
Vale destacar que las abejas en su ajetreo diario utilizan el néctar de las flores y la ligamaza (líquido viscoso producido por afidios y cochinillas) como materia prima básica para la producción de la miel. Cada kilogramo de miel exige unos cincuenta mil viajes; es decir, en cada trayecto una abeja transporta a la celda el néctar suficiente para obtener dos centigramos de miel. Otros elementos como la jalea real, el polen y los propóleos complementan la enorme riqueza que nos proporcionan estos dorados insectos."
¿Quién es ese mancebo de ademanes suaves y audición oscura?.
Sus vestidos nalgones, (que marcan las nalgas)carecen de cornisas y de ángulos. Rinden culto a la curva, a la geometría caracolera , porfían a convertirse en claveles sin enagua, en violetas tibias con vocación de nardo, en jazmines glaucos, y en canto de canario con gorgorito de alondra.
¿Quién es ese potranco que ha cruzado todos los montes desde la serranía de Ronda hasta el altivo Moncayo?.
¿Qué faldas y corpiños preparará a sus niñas?, ¿qué brillos, qué cinturas de guitarra, qué bronces, qué platas, qué delantal de viento, qué canesús de agua, a qué vírgenes, a qué cristos, a qué sueños les canta?.
¿Quién es ese gallo con pluma de pavo real?, que siembra lirios y vuelos de mariposa bajo esta luna fría de Marzo.
A qué botánica textil asignar sus dalias, y qué pinzas de pecho para pezones fugitivos prepara.
Cuánto cairel, cuánta seda, cuánto mantón y abanico, cuánta flor, cuánta peineta. Cuánta tendencia gitana, veremos en La Almozara.
Si quieren saber quién es, qué hace, permanezcan atentos a las preciosuras que van a desfilar hasta que llegue el crepúsculo de este 14 de marzo.
Todo su imaginario, toda su letanía, todo su arrebato, ilusionismo y acrobacia artesanal para complacer a las más exigentes gourmets de La Feria de Abril.
Anoche me besó mucha gente en una mejilla. Yo ponía la otra y advertía que me besaran sin amor, que lo hicieran con amoralidad y en efectivo, pero nada, ni caso. Eran besos técnicos, ¡hola Pepe, cuanto tiempo!, qué bien te veo y, ¡muac, muac!, en todas poses imaginables. Y todo porque no me excedí en el uso de la palabra. La Campana de los Perdidos se llenó de besos. Todo el mundo besaba a todo el mundo. Amigos de Pedro y mios, amigos de antaño, amigos de palo y bronce, amigos perdidos en el rincón del viento. Todo se reducía a besar, a sonreír y a unas pocas palabras. ¡Ah, si besáramos mejor!, otro gallo nos cantaría. Lo de anoche, pongamos que era poesía de la que sienta bien. No todos los poemas sientan bien, aunque sean despampanantes. No todos los besos sientan bien, aunque te acorralen la cara. Un buen beso sincero es superior al poema más bello. La ilusión de mi vida es un beso que no responda al habito, y un poema sin vacunar. ¡Señor, señor!, me dieron tantos besos impenetrables, se oyeron tantos versos sin desencasilabar que hoy llevo todo el día intentandodesoblicuidarme.
Cuando merezca otro cielo sin nubes negras, otro corazón sin miedos ni sospechas, otros ojos que sean limpios, manos que se abran y se entreguen, labios que se confundan conmigo, senos que den abrazos generosos. Cuando tenga la paz que tanto anhelo, sabré que tu caminas a mi lado, que por fin soy un niño otra vez para subirme al limonero; andar descalzo en el aire, nadar en el desierto, y volar, volar, en el recuerdo, entre peces, el sol... y tu
De unas cajas en donde tengo guardados escritos y revistas literarias, me ha salido un ejemplar de, Leer, de julio del 2004. He releído con placer todos los artículos dedicados a los Panero. Totalmente intoxicado por tanta categoría poética, he tenido un arranque de creatividad irrazonada. Unas escarpias, una bombilla, unos recortes , un bote de nata y mi móvil han hecho el resto; un collage de ofrendas a uno de mis semidioses.
-Quiero que vengas a Paris y que mi desfile se abra con tu canción a Joselito, la pasarela será La Sevilla amarilla quebraíta de dolor.
A mi me gusta el Lombo, lo amo. A otros les da por los Johnies y por los Elvis. A mi el que me mata es Manuel Lombo.
Qué cosa más grande.
domingo, 17 de enero de 2010
Hacía días que no entraba en internet, uno se aburre de vez en cuando de tanta virtualidad inodora y más, cuando me he tirado dos meses aterrorizando arañas al limpiar y decorar el local de una nueva tienda, (la núm 25, soy un tiendero empedernido). Bueno, pues todavía con la mirada despellejada, entro y me encuentro con esto en el blog de Paco Peco, y ésto me vuelve a reconciliar con internet.
El tema de la pasión,(poco recurrente) sin embargo me parece de una modernidad constante.
Es algo que nos golpea insistentemente. El amor simplemente no existe, como otras muchas definiciones falsas creadas por el hombre.
El poema dice así:
Luces de neón
iluminan contornos.
La pasión, acaricia
un vaso de tubo abandonado.
Como lo fué mi cuerpo
o pudo ser el tuyo.
La vida en la calle,
(un sonido de tacón incomprendido)
golpea,
las últimas horas de la tarde.
El amor, y las nuevas leyes
que algunos no quisieron aceptar.
Otra vez la pasión,
los pantalones besando el suelo
la camisa abierta de par en par.
Detrás de la puerta......
la vida y otro atardecer
que no contemplaremos.
A quien quiera que fuera o fuese, a aquél o aquella que sugirió, motivó aconsejó, decidió, o se encargó de comprarme el librito, L´Écrevise écrit, como regalo de cumpleaños, le digo, ahora, en ésta hora de la una y veinticuatro minutos y treinta segundos del 6 Enero, noche de reyes, le digo, digo, que estaba deseando llegar a casa para teclearle que El Señor le conserve un buen puesto en el paraíso, que si se muere antes que yo, le lloraré amargamente, y haré todo lo posible porque le canonicen, porque se le ponga una ermita con las paredes llenas de frescos pintados por Norberto Fuentes, qué digo una ermita, un monasterio, una basílica, una catedrál. Es lo menos que merece alguien que estuvo tan acertado en aumentar mi capacidad de asombro.
Comencemos bien. Uno de Enero, 2010. Tengo que hablar de este libro por dos razones; en justa correspondencia, porque el autor me nombra a mi, y porque es una gran novela que hará las delicias de quien conoce El Moncayo y sus comarcas. Hace un par de años, su autor, Miguel Ángel Marín, me dijo: Pepe, tengo una novela escrita, la escribí hace mucho tiempo, la presenté a varias editoriales y ante el poco interés por publicarla la metí en un cajón. Pero me interesa tu opinión, anda, léetela y dime que te parece. Miguel Ángel, es sobre todo, poeta. Ha escrito treinta poemarios con el corazón, el páncreas, el hígado, la molleja y, con todas las partes tiernas de su organismo. Leí el tocho de folios, lo releí, tomé apuntes y le escribí mi impresión debidamente cribada, sin dejarme atrapar por la amistad; lo que me gustaba y lo que no, lo que me entusiasmaba y lo que me aburría, lo esponjoso y lo fosilizado.
Hace una semana.
-Pepe, Albeta, ya está en las librerías- -No jodas, qué bien, qué alegría, corro a por un ejemplar. -Que sepas, que te nombro un poco, nada, una tontería.
Y aquí lo tengo: Albeta. No digo nada porque a mi no me gusta decir nada. Sólo que merece la pena leerlo antes del 2011. ¿Porqué?, no digo nada, sólo digo que quien no lo lea se avergonzará de no haberlo hecho. Necesitas leer este libro si quieres dejar de ser un desgraciado individuo. Que quede claro. No digo nada porque a mi no me gusta ser un soplón pero si quieres dejar de pertenecer a la tribu de los perdidos, cómpralo, léelo, encadilate.
Repito, en el 2011, si aún no lo has leído, no habrá remedio conocido para ti.
Es imposible hacer una infusión decente con posos, sale un caldo deslabazado, insípido e inconsistente. Como regresar a la realidad después de un sueño extraordinario.
Últimamente tengo sueños muy comprensivos, sueños de paciencia infinita, sueños en los que aprecio a las personas más viles, porque en ellos, yo también son vil, desalmado y mezquino. Hago sufrir, y decepciono, y frustro, y amargo, y hundo, y angustio. Soy la hostia de malo entre los malos, la leche de borde entre los bordes.
Y se ve todo tan natural. Hago un millón de cosas maravillosamente demoníacas, soy un experto en tortura medieval, un rapsoda del hierro candente que arranca magistrales declamaciones de dolor. Y no siento nada, no me arrepiento de nada. Ni la menor compasión por la más desvalida de mis víctimas. Les digo: -esto va a doler un poquito-, mientras los atravieso de oído a oído con una puya al rojo vivo, con mucha parsimonia, diciéndoles que eso es muy bueno para dejar de fumar, o para los piojos, o para aliviar la migraña, para mejorar la visión nocturna o para el sarampión, sin hacer ni puto caso a sus desgarradores gritos, -¿De verdad duele tanto?, usted respire, respire por la nariz-, les instruyo mientras carbonizo tímpanos, martillos, yunques y estribos.
Debe ser una pájara producida por tanta lluvia; agua desmadrada, agua inocente, como yo. Yo nací un 27 de diciembre a las 12 en punto de la noche en la maternidad del Paseo María Agustín, cerca de la Plaza de Toros de La Misericordia. Debe ser por eso, por ser casi inocente que tengo esos sueños de verdugo y en ellos practico una especie de tortura taurina, tortura como contraste a mi reputada sensatez y tolerancia, en estado Alfa. Habrá pocas personas tan comprensivas, tan pringadas y palmeras como yo, casi todo me la suda. Pero cuando me sumerjo en el Delta, soy un miserable descabellando, tenga cuernos o no mi víctima, un bárbaro de infalible puntería con los hierros al que le pone el olor a carne quemada. Sólo de pensarlo se crispan mis inocentes dedos, pero ahora no, ahora estoy despierto, en la terraza hay palomas cagandose por todo; terraza de 50 metros llena de mierda colombina, mientras esperan el pan remojado que les echa mi madre, no buitres aguardando orejas y rabos.
Los ojos andan con la mirada cambiada. No nazcas, me dicen que me dijo mi padre antes de nacer, sin argumentar razones de peso. Me quería masacrar. Era su embrión, pero para mi madre, era su feto encuclillado, su enigma. Menos que un cangrejo. Los ojos se llenan de datos dispersos. Házme el favor de desaparecer, me dicen que me dijo mi padre, en el momento justo de la segunda falta. Gloria al Padre. No quiere problemas. No se oye nada, pero yo para ella voy a tener mucha importancia. Los ojos que nunca he visto, que nunca me han visto han pasado sin pena ni gloria. Se considera con derecho a descuartizar lo suyo, pero dentro, dentro de esa buena moza ya llegan las nanas. Él, se queda, tú te vas. Y sale corriendo. Los ojos bostezan, me llama la atención acordarme de esto, humildemente. En resumidas cuentas, madre, como pasa el tiempo.
Ayer fui a la inaguración de una escuela de flamenco. Los Cabales, se llama. Carlota Benedi y Alejandro Montserrat han creado un sitio para todos aquellos que tienen interes por aprender, cante, guitarra, cajón, y combo. Que qué es el combo, pues la unión de todo ello. Carlota lleva ya un puñado de años enseñando baile y coreografía, con éxito creciente debido a su rigurosa profesionalidad y profunda dedicación. Alejandro, sabe mover los dedos de la mano derecha sobre las cuerdas de la guitarra como una sierpe furiosa, y a la vez como un bamboleo de juncos azotados por el cierzo.
¿Se nota que me gusta el flamenco?.
A mi, sólo se me dan bien las palmas.
Y alguna que otra letrilla, por bulerías.
Enseña bien el compás, ay, enseña bien el compás, a esa compañera mía, y aiii, y aiii, y aiii, que quiere aprende flamenco, y tiene los pies de piedra, ay, ay, ay, de piedra, mare de piedra, y quiere echar a volar.
Rectifico, o complemento la información. Los Cabales es una iniciativa de Alejandro Montserrat y Nacho Estevez
Un grupo de personas preparan una fiesta, en un piso. Le echan mucho entusiasmo. Mucho esfuerzo. Mucha concentración. Mucha fantasía. Invitan a mucha, mucha gente. Sin pensar si van a caber todos o no. Un cálculo por encima, da un aforo de unas 60 personas. Pero no vienen todos. Menos mal. Aún así, llegan 150. Mucha densidad de masa corpórea si no fuera porque flotan. Les hacemos flotar. En el tercer piso. En cuanto se traspasa el umbral. Se pesa menos que el aire. Menos que los videos de Víctor. Menos que los globos de Dale Teatro. Menos que la Zombra de Don Nadie. Un extraño vientecillo nos trae y nos lleva de habitación en habitación. Nos podemos tumbar en las paredes. Los techos son rectangulares camas redondas donde celebrar convexos adulterios alcohólicos y culinarios. La Zita purifica. La Zita te hace levitar. Sólo hay un voceras que no se puede desprender de su lastre. Y míra que lo hemos intentado. Porque lo queremos. Pero no conseguimos hacerlo flotar.
Hay mucho quehacer y queda poco tiempo, todos tenemos amigos sin archivar que van a venir esta noche de sábado sabadete a La Casa de Zitas, amigos cuyos ecos de amistad se oyen a kilómetros de distancia, y eso ya vale un imperio. Qué grandioso será verlos llegar, oír como pronuncian cualquiera de las contraseñas al imponente portero negro de piel, y rubio de pelo, con sus hechuras de 2 por 2, en su impoluto frac y su severa echada de ojo. Cuánta magnificencia va a haber flotando a ras de los ricos artesonados del techo. Hay mucho quehacer, todos estamos como castañuelas, como colegiales y colegialas, como reinas encantadas de retozar con un bribón. Hoy daremos cobijo por unas horas a lo más granado del artisteo maño, ¡olé, qué arte!, a decir verdad no pensábamos que iba a llegar el día. Lo tenemos todo hecho un primor, (nuestro trabajo nos ha costado) ha quedado, no sé, como un ambiente parisino y anticonvencional, una especie de pintoresquismo muy oportuno para los escritores geniales que vamos a recibir; lo más, de la vanguardia, lo más raro de las nuevas tendencias irracionales. Hay mucho quehacer, pero mucho, mucho.
Una anciana, muy anciana sube al autobús. El autobús va repleto, muy repleto. La anciana es muy anciana pero muy irascible. Vamos que será muy anciana, pero también muy borde. Abronca al conductor. Abronca a los que están detrás, delante, y a los lados. Abronca a los que no se levantan para cederle el asiento. ¡Qué poca vergüenza". Otros ancianos la corean. Hay muchos ancianos en el autobús. Todos le gritan al conductor. El conductor masculla algo. Estornuda y se suena los mocos. Y se seca las lágrimas. Por éste orden. Y con el mismo pañuelo. En todas las paradas suben más y más ancianos. Todos expresan su ira. ¡Una hora esperando!. ¡Que pongan más autobuses!. ¡Qué poca vergüenza!. El conductor mira por el espejo retrovisor. Cada vez da más frenazos. Y masculla. Y arranca con brusquedad. Y estornuda. Y se suena los mocos. Y las lágrimas. Y se rasca los huevos. Por este orden.
La novela, Aire Nuestro, de Manuel Vilas, es lo mejor que he leído, y lo mejor que leeré jamás, Manuelito de mi alma, compañerito de Zetas, esa es mi conclusión contante y sonante, mira que es buena esa novela, qué momentos más grandes de lectura, qué maravilla, esa novela es un nuevo paradigma en la prosa contemporánea , es alucinante, es una nueva forma de contar, es la revolución definitiva. No me gusta hablar de libros, todo dios habla de libros. Yo los leo, y punto. Paso de jugar a ser crítico literario, me aburren todos esos blogs que desmenuzan el contenido de un libro y, Aire Nuestro no va a ser una excepción. No pienso decir nada acerca de lo mucho que encierra y destapa, de lo mucho que divierte y advierte, nada, el que quiera saber que lo compre si quiere asombrarse, enternecerse, descojonarse, regodearse, elevarse, liberarse, hechizarse, cautivarse, perfeccionarse, armonizarse, y desoxidarse. Manuel Vilas, ya era mi mito por la brillantez de sus parodias poéticas, por su humor socarrón, por su envidiable inteligencia, por su belleza física, por su uno ochenta y cinco de estatura, por su gran parecido con Derek, por su elegancia, sus abdominales, y por su pelo a lo David Bisbal, pero ahora, ¡la madre que lo parió!, me ha deslumbrado con su coco. Manuela Vilas es la Coco Chanel de las letras españolas, la que vaginiza un modo de decir, un modus de contar, una moda que impuso con Magia y Zeta, continuó con España y culmina con Aire Nuestro; una moda que no pasa de moda. El mismo corte, los mismos quiebros, las mismas paranoias, los mismos iconos y escenarios que por su reiteración deberían aburrir, pero ¡quiá!, de eso nada, te hace reflexionar, te hace tocarte los genitales, y te hace estar todo el rato, ja ja, ja ja, ja ja, y venga ja ja; una trilogía de ja jas en cada capítulo, una superación de los límites del ja ja hasta rozar el síncope. El tono de Vilas, el tono, ahí está el secreto, en el tono, en que ese tono es mucho tono.
Nací, cerdo. Sí señores, nací y fui criado para que de mi, se aprovechase todo, podía haber nacido, cordero, o vaca, o pollo, o conejo, o avestruz, o pato, ser humano, o cualquier otra especie de las miles y miles que pueblan el planeta, pero no, uno nace como nace y a mi me tocó nacer cerdo, un cerdo un poco perro, sí, pero cerdo de morro a rabo.
Es un misterio sin resolver por qué llegas a la vida con una determinada forma, una multiplicidad de factores enigmáticos conforman tu aspecto cuando adquieres la condición de, Ser. Ese enigma sólo Dios podría descifrarlo, pero como soy un cerdo, no me ha sido dada la capacidad de hacerme ese tipo preguntas, las que me hago son debidas a la paranoia de quien hace que me exprese como un humano, pues para él, soy importantísimo.
La vida de un cerdo es simple; comer, dormir y evacuar purines. Como vivo en una granja ni siquiera puedo disfrutar del placer sexual, debido a que el método reproductivo es por rigurosa inseminación, o sea que no pierdo el tiempo en enamorarme de ninguna cerda, ¿para qué?, no puedo follar, estoy capado desde que era un lechón para que mi carne pierda olor a berraco, para evitar tentativas de rebelión como la que inventó GeorgeOrwell enAnimal Farm, y para que mis jamones y salchichones sean más suaves y jugosos.
No me quejo, ahora soy regordete, sucio, tosco, y mal fachado, pero cuando adquiera el peso y la edad adecuada seguiré mi destino, que es, ser un manjar. Convertirme en sabrosos chorizos, saciadoras morcillas, tiernos salamis, y finísimas lonchas de exquisito pernil, saciando sentidos, engatusando olfatos, agitando gustos, deslumbrando vistas y pringando tactos. No puedo evitar sentir cierta ternura por la boca que me va a comer, orgullo de ser blanco de su gula, sentirme objetivo de su placer, estrella de sus piropos.
Tú, ¿qué eres?, soy un cerdo, y he sido creado para estimular tu glándula pituitaria y hacerte creer en los milagros, para reencarnarme en ti, para consolar tus angustias y vacíos, para aminorar tus cóleras, contribuir a tu bienestar, tanto si me comes como si me zampas. Una vez muerto, mi entrega es total, me gusta gustarte, que goces de mi inocencia, una salchicha, dos salchichas, tres salchichas, un torrezno, dos torreznos, tres torreznos, soy tu puerco, ábreme en canal, deshuésame a tus anchas, házme pedazos, come, cómeme hasta que vomites, no tengo miedo, pícame con perejil y ajo, con pimienta y orégano, con cebolla y pimentón, me abandono a ti, me acomodo a tus dientes, mastícame despacio o te sentaré mal, ten cuidado, te puedo llevar a la cima del placer, al disfrute celestial, a que tu diástole y sístole interpreten la tercera sintonía de Beethoben, pero la naturaleza es vengativa y por eso me ha hecho de puro colesterol, te puedo sumir en el definitivo sopor, en el sueño total, en el eclipse eterno.
Tengo una amiga que quiere montar una tienda de ropa muy fashion. Me pide ayuda, orientación, consejos, colaboración. Ella es joven, exuberante, guapa, simpática, trabajadora, fanática de la moda, cae muy bien, está llena de entusiasmo, ha aprendido a diseñar, a patronar y a coser, y está dispuesta a hacer cosas hermosas. Quedamos a tomar algo, y empieza a explicarme, -mira Pepe, quiero hacer prendas, originales, y novedosas, y perturbadoras, y espectaculares, y apasionadas, y enigmáticas, y sencillas, y complicadas, y luminosas, y apabullantes, y asombrosas, y azarosas, y visionarias, y encantadoras, y sólidas, y vaporosas, y románticas, y malditas, y útiles e inútiles, y con clase, y ridículas, y frías, y cálidas, y tontas, y geniales, y teatrales, y naturales, y perfectas y monstruosas, y piadosas, y blasfemas, y vomitivas, y urbanas, y alucinantes, y duraderas, y efímeras, y elitistas, y populares, y suaves, y elegantes, y horteras, y poéticas, y espontáneas, y reflexivas, y prácticas, y mágicas, y ambiguas, y auténticas, y falsas, y extraordinarias, y toscas, y divinas, y jóvenes, y sobrias, y prudentes, y desorbitadas, y divertidas, y contenidas, y rebosantes, y prodigiosas, y misteriosas, y descocadas, y virtuosas, y chocantes, y adictivas, y tentadoras, y caprichosas- , - ¿me pillas?-, me dice, -creo que sí-, le digo, -y ¿ que nombre le pondrías tú a la tienda?- , me dice, -No Me Vengas Con Tontadas-, le digo, -hombre, Pepe, muchas gracias-, me dice, -no, no, que te lo digo en serio-, le digo, -No Me Vengas Con Tontadas, es un gran nombre para tu tienda, piénsalo-, le digo. Se me queda mirando y hace un encantador mohín de balanceo con los labios. Silencio durante un largo minuto, se desliza por la silla hasta casi sentar los riñones, creo que intentando imaginar ese rótulo sobre la marquesina de su tienda. Se incorpora y, por fín me dice: -pues es chocante, sí-, -y espontáneo, y rebosante, y natural, y divertido, y..., y..., y...,y..., y..., y... -, le digo.
Que llevo muchos días sin cambiar de post y ya está bien.
Voy a hablar de pintura, de pintura negra, de pintura negra aplicada a las puertas blancas de un balcón, del balcón de un tercer piso, de un tercer piso sin ascensor, donde está nuestra Casa de Zitas. Ese balcón es un acantilado mudo desde el que se pueden ver los rompientes, los rompientes son perros, allá abajo, perros y perros que rompen sus meadas contra las esquinas, meadas bucólicas cuando el atardecer entorna sus pupilas con delicadeza.
Ahora el hermano balcón está contento, oye voces y, las paralelas de metal son como un poema de Whitman, porque ya hay gente que se asoma por sus viejos barrotes de hierro fundido, dentro hay gente, gente que canturrea, y ríe, gente que pinta y canta.
"Voces prohibidas me recorren, voces de sexo y lujuria, veladas voces cuyo velo aparto, voces indecentes por mí purificadas y transfiguradas." Yo, mientras, le doy al rodillo sobre el viejo gotelé y lo convierto en lágrimas negras delEl Cigala como si Antonio Machín desde el más allá me ordenara recomponer otra versión de Angelitos Negros. Unos pintan de blanco monástico, de rosa empollón, de gris escalinata, y de rojo putón. Yo, pinto de negro, de negro zumbón, de negro azabache, de negro terror, de negro de viuda, de negro chillón. Voy a copiar una pared que he visto en El Cultural, - sobre un fondo negro, arden mensajes rojos-, es un montaje deTsangKinWash que me impresiona. Se me está ocurriendo hacer una barraca de feria en una de las habitaciones, poner palabras que no nos gusten y derribarlas a perdigonazo limpio, hay muchas palabras que odio, por ejemplo, "ideal", o "completamente", o frases cortas como "qué fuerte", o qué pasada". ¿Se imaginan a alguien decir: "que fuerte, eso es completamente ideal, qué pasada? ". Pues hay mucha gente que lo dice, ¡que fuerte!. También se me está ocurriendo hacer tortillas, la tortilla Z, la teletortilla; convocaremoszitas para oír a alguien disertar acerca de algo, pero a los asistentes les daremos tortilla, y podrán disparar perdigones sobre palabras asquerosas. El caso es que estoy empleando un bote de pintura negra comprado en un chino, que no es Titanlux, ni Valentine, ni ninguna marca conocida. Queda un negro, mate caldoso, un barrizal pantanoso que no termina de secar, es como un maquillaje de teatro. En los años 60, como había pocos negros en España, los actores se pintaban la piel, el rey Baltasar se pintaba la piel. Ahora ya no hace falta, tenemos conciudadanos africanos con una gama de negros infinita. Tampoco me gusta la palabra "infinito", a la barraca con ella. En otra habitación pondremos un gabinete de tatuaje, el tatooroom. Sí, tenemos que financiarnos como sea. Y tatuaremos poemas deLuis Antonio de Villena como éste:
"Que la emoción arda en el discurso, y la llama remede el deseo de un cuerpo. Poseer un espíritu de fuego. Y amar la rosa por el dios que contiene"
"Amar la rosa por el dios que contiene", qué fuerte, qué pasada, qué ideal.
Ya se está acabando el verano, ya era hora, ya estaba harto de, tanta o tanto calor- no sé si el adverbio ha de ser masculino o femenino, pero me da igual-. Ya se está acabando el verano, da las últimas bocadas mientras se desangran las últimas fibras de su luz chabacana, populachera y sobreactuada. Un último tercio, quizás un alarde final, algún derrote y a tomar pol saco tanto desparpajo lumínico. El verano me produce insomnios vibratorios y un repertorio de sueños ininterpretables. Sueño con una negra, sueño con una preciosa muchacha africana a la que he comprado pulseras en el rastro, pulseras étnicas de maderitas, de cerámica, de trocitos de concha, para deshacerlas y usar sus cuentas para bordar un vestido.
Me levanto, salgo a la terraza y me pongo a leer, V, un libro de ThomasPynchon, pero de entre los restos del sueño, desfigurados por lengüetazos de brisa fresca de las cuatro de la mañana, pienso en la negra, y al pensar en la negra me aburrre el Pynchon porque es un tipo de lectura que para disfrutarla hacen falta catorce sentidos, entonces me pongo a escribir que ya se acaba el verano y, ya no sé seguir. Estoy tumbado en un sofá de la terraza, inmóvil como una iguana. Se acaba el verano, sí, tienes insomnio, sí, has soñado con una belleza negra, sí, ¿y...?. Me atasca, me atasco. Debe ser por el trabajo que me espera; ir cosiendo las maderitas, un millón de maderitas, una a una. Tanto ir al rastro, la negra se pone nerviosa cuando me ve, porque cada vez me llevo tres o cuatro pulseras de seis euros. Se pone nerviosa y a mi, me pone nervioso porque es una belleza de rasgos faciales suaves, ojos verdes y cuerpo policurvo. Una extraña perfección entre su culo y su caja torácica, hace de su anatomía un todo erógeno que provoca pulsionesdesbraguetadoras. Me quedo dormido y, cuando me doy cuenta abro un ojo y está amaneciendo. Aún no se termina el verano, aún no he sabido seguir escribiendo cómo se acaba el verano, de la importancia del otoño y su glorificación, o del soul que hay en un sujetador negro sobre los pechos de una negra, aún no he terminado el vestido de las maderitas, aún iré alguna otra vez al rastro a comprarle más pulseras étnicas a la diosa negra de mis insomnios.
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