Se nos ha muerto la señora Serafina, la cigarrera del tubo. Descanse en paz. A ver dónde compramos ahora el Wiston, casi un euro más barato que en el estanco. Quien quiera saber algo acerca de quién era, y de lo que representaba para los fumadores de Zaragoza, aquí, y aquí.
Con un frío que pelaba, o con una manta de lluvia, la podías ver siempre con la colilla en la boca. -Serafina, dame cuatro paquetes de Wiston, -¿blando o duro, maño?, -duro, ya lo sabes, - qué coño voy a saber, ¿tú te crees que me acuerdo de todos?, te soltaba a bocajarro. Serafina en su exquisito mal genio era infinitamente más amable y cercana que cualquier estanquera de esas que te dejan las monedas del cambio con un ruido seco, un saco de indiferencia y un chorreón de sequedad. Serafina, ¿sabes cuándo abrirán El Plata?, le preguntaba yo hace unos años, cuando lo estaban terminando. - Qué pesaos, yo que sé, ya lo abrirán, coño, joder que tropa.
Con un frío que pelaba, o con una manta de lluvia, la podías ver siempre con la colilla en la boca. -Serafina, dame cuatro paquetes de Wiston, -¿blando o duro, maño?, -duro, ya lo sabes, - qué coño voy a saber, ¿tú te crees que me acuerdo de todos?, te soltaba a bocajarro. Serafina en su exquisito mal genio era infinitamente más amable y cercana que cualquier estanquera de esas que te dejan las monedas del cambio con un ruido seco, un saco de indiferencia y un chorreón de sequedad. Serafina, ¿sabes cuándo abrirán El Plata?, le preguntaba yo hace unos años, cuando lo estaban terminando. - Qué pesaos, yo que sé, ya lo abrirán, coño, joder que tropa.
1 comentario:
Se nos ha ido un trocico de humo, un trocico de cielo envuelto en Zaragoza.
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