Un bonito regalo de mi amigo Miguel.
1ª Parte .
El extraño caso de La Pelusa.
En proyecto:
A. Origen, desarrollo y metamorfosis de la pelusa.
B. Cómo fabricar distintos tipos de tejido con pelusa de cocina de compartidores de piso, jóvenes.
C. La pelusa, ¿vive en democracia, o en revolución constante?.
D. La jeta de Rajoy, ¿es idónea para crear borra pelusiástica?.
E. Últimos avances en la física de la pelusa.
F. Qué fue antes, el huevo o la pelusa.
Miguel nos irá informando.
lunes, 29 de diciembre de 2008
sábado, 27 de diciembre de 2008
Boheme, campanas de boheme.
Hoy, es mi cumpleaños.
Pleamar, pleamor agridulde en mi bohemia.
Me los he comido, primero, al dente, después a dentelladas, los he roído y, ya raídos, están a punto de irse con la música a otro porte.
El aire que me airea y, en el que aún aleteo me indispone con los picados en pecado.
Bufa fiesta, ¡maño!, cada año hace más daño al fantoche que pasa horas muertas como un tontolaba repasando trapos sucios, haciendo mohines de huevon.
Ayer, estuve en la Mozart, viendo a Los niños del Coro, tañir La Boheme.
Al corro, jugaba anteayer; "y agachate, y vuélvete a agachar."
Yesterday, me cortaron el cordón angelical. ¡Angelico!. Les Choristes: ángeles cantándome the last kirieleison. Uno de ellos se atragantó y echó la pota.
¿Cuántas veces he metido la pata?, ¿Cuantas, me he metido en la puta?.
Ven aquí, conmigo, aún tengo existencias y, pío, y la implío.
Tengo los pies fríos y los meto en la tripa de cualquier tipa.
Hoy es mi cumpleaños, everyoung, neveryouth. Levanto mi capa y me paso la mopa por los ojos para barrer el antifaz de falso marengo: gray.
Eres gris plomo, por eso nunca hablarás en plata.
A buenas horas explotas, a los sesenta y tantos. Pretendes ser explosivo, excriborroneando poerismos.
Intento fallido, try again.
Maniaco sexagenario, ninfarricida de farra por farrucas.
Hoy, es sábado. Sábado de amapola, lindísima, de ronda en la noche. Cumpleaños acabado cuando vuelvas a casa en un autobús lleno de Nat King Koles, mientras se quiebra la luna al recordar tu primera amapola rojísima, tornada en Violeta...subida a la Parra.
¡Para!, paralítico cascarrabias chiflado, mongol estreñido.
Sol-y-lopio, añoso, cotorra adicta a los cotarros. Puro Lladró, buscón de efectos para lograr afecto.
Escultor de tuercelana, apocado del diablo, no hay defensa para tu Boheme.
Decrépito remedo de Aznavour, se te ve venir. Guarda éste epitáfeo:
I see you coming.
jueves, 25 de diciembre de 2008
Mesonera de Aragón
Esta mañana, como es habitual, casi todos los bares estaban cerrados.
¿Dónde desayunar?, en el único bar que en mi barrio el día de navidad
estaba abierto. Un pequeño mesón de la calle Pradilla, atendido por una
dulce y servicial camarera, china.
-¿Hay churros?,
-No habel chulos, chulelia celada,
-¿Un cruasán?,
No hay cloasan, pastelelía celada, sólo magdalenas, muy licas.
Y mientras mojaba la magdalena en el café con leche, y repasaba el periódico de ayer,
ella, con el mismo garbo y desparpajo de una baturra, repetía a los demás clientes con los brazos en jarras y altanera:
-No habel chulos, ni cloasanes, sólo magdalenas, muy licas.
lunes, 22 de diciembre de 2008
¡Oh, Jakie!
Un grado bajo cero. Me repliego, me reduzco, me encojo. Reboso salud, Dios protege las articulaciones de los capullos.
Vengo del Carrefur de recoger una tele de ocho pulgadas, con tdt, lector de todo tipo de cds, dvds, mando a distancia y toda leche; con treinta cupones de El Pais y 99 euros, más 19 euros de taxi, más dos horas gastadas entre pitos y flautas. El precio normal sin cupones, 120 euros, pero me da igual. Me encanta coleccionar cupones de periódicos e ir pegándolos en distintos albunes. Es una ilusión enorme, me apasiona, me rejuvenece. Si no fuera por esa actividad me cosería a balazos las dos sienes. Es una experiencia religiosa. Tengo un montón de cosas horribles que no cambio por ninguna nalga de mujer. Que quede bien claro. Es lo que hay. Esos hijos de puta de los diarios, lo saben y, me ceban el vicio constantemente.
Ésta noche pensaba haber ido al Van Gogh, he escrito un poema lleno de palabrotas, pero desde que no viene Sor Amparo, nadie se me escandaliza, nadie se sonroja. Se quedan mudos como un bosque japones impenetrable. Me gusta ofender a la poesía, humillarla y darle de hostias. No concibo otra forma, ¡ah!, y odio los nenúfares afligidos que no dejan de llorar.
Me quedo en casa terminando, POPISM, The Warhol Sixties, ¡oh,Jakie!. Estoy aprendiendo un montón acerca de cómo organizar fiestas underground sin velvet, para nuestra Casa de Zitas.
Paco Peco, ese hombre pálido que gesticula de gusto con las arañas enloquecidas, ya tiene blog. ¿Te he dicho alguna vez que te quiero, Paco? ¿why not?. Pero sin mariconadas. No hay nada malo en querer a un buen tipo. Los dos somos machotes y quemamos zarzas a ver si se nos aparece alguna diosa que no use lencería color carne. Él, busca una piva enamorada de Lautreamont, yo la prefiero, loca por Rimbaud.
Ahora, me voy a poner a comprobar si me ha tocado alguna pedrea. El que juega más tiene más suerte, el que juega menos, más salud.
Hace frio, mucho frio.
domingo, 21 de diciembre de 2008
Calle Santa Isabel
miércoles, 17 de diciembre de 2008
Me están entrando tentaciones de hacer un minucioso informe, un detallado relato, de cómo fue el rodaje porno.
Si no lo hago, es porque creo que no será del interés de mis visitadores, quienes me consta que abominan de todo lo escabroso, y que preferirían una copia del discurso de Pericles, o de algún párrafo de Homero.
El estreno será en nuestra sede: La Casa de Zitas.
Se anunciará a su debido tiempo.
Si no lo hago, es porque creo que no será del interés de mis visitadores, quienes me consta que abominan de todo lo escabroso, y que preferirían una copia del discurso de Pericles, o de algún párrafo de Homero.
El estreno será en nuestra sede: La Casa de Zitas.
Se anunciará a su debido tiempo.
domingo, 14 de diciembre de 2008
Ayer, grabé hora y pico del delirante show que en la biblioteca interpretaron los dos Fernández, Férnandez Mallo, y Fernandez Porta. Una maravilla de poema audiovisual, que todos seguimos con gran atención. Hora y pico de grabación que pensaba colgar aquí, para provecho de aficionados a estos líos poéticos. Pero no hay forma. Me dice que, o está apagada la cámara, o mal conectado el USB. Lo repaso, y todo está bien. Vuelvo a intentarlo y en la ventanita pone que no hay suficiente memoria. Borro archivos y compruebo los gigas que quedan. Hay, de sobra. Me crispo pero sigo en mi empeño. Nada. Como se me han terminado los DVDs, bajo al chino de la esquina y compro un paquete de diez, a ver si es posible pasarlo directamente al Verbatim, a través de Nero, desde la cámara al disco. Ni flouers. Sólo coge cosas si están en el disco duro. Fumo y pienso, ¿será posible?. Jadeo y me rindo. A cascarla. Si alguien da alguna idea que me solucione el problema mis hígados se lo agradecerán.
Tiro la toalla pero no muy lejos, volveré a probar.
Mariano Ibeas que ha comido muchísimos más libros que yo, en su blog, complementa, corrige y, perfecciona con sus magistrales conocimientos los refilones de mis vacíos crónicos acerca de lo que debe ser una crónica. Yo, no conocía al Merlot, ese y, él lo aclara de forma impecable.
Parece tan sencillo todo.
Ésta tarde, reunión con Sagrario Manrique y la panda, para el rodaje de una peli, porno. Yo, tengo que hacer de Nacho Vidal, por lo tanto, sobre las seis me tomaré una Cialis para favorecer el flujo sanguíneo del circuito bulbouretral.
Tiro la toalla pero no muy lejos, volveré a probar.
Mariano Ibeas que ha comido muchísimos más libros que yo, en su blog, complementa, corrige y, perfecciona con sus magistrales conocimientos los refilones de mis vacíos crónicos acerca de lo que debe ser una crónica. Yo, no conocía al Merlot, ese y, él lo aclara de forma impecable.
Parece tan sencillo todo.
Ésta tarde, reunión con Sagrario Manrique y la panda, para el rodaje de una peli, porno. Yo, tengo que hacer de Nacho Vidal, por lo tanto, sobre las seis me tomaré una Cialis para favorecer el flujo sanguíneo del circuito bulbouretral.
sábado, 13 de diciembre de 2008
viernes, 12 de diciembre de 2008
Agustín Fernandez Mallo, point of order.
Me ha hecho mucha ilusión tenerlo ahí, en carne mortal, un peso pesado de la poesía a pesar de su aspecto, mosca. Yo, he hecho una pregunta absurda que lo ha mosqueado.
Mi héroe.
"Así es la luz del tragaluz que parpadea en el ano de la gorda."
Viene a decir.
La piedra pómez es un mineral de luz y, el principio de superposición basado en soluciones particulares a un problema: cada capítulo, un solución, y así. Su literatura está hecha de soluciones. Se le nota que es físico, el tío es un experto en ecuaciones.
Qué guapos, los happening literarios que organiza Manuel Vilas.
Que rancias, las autoridades culturales que no ponen a disposición de los ponentes, limusinas para llevarlos y traerlos.
Jorge Carrión
Robert Juan Cantavella.
Dos jóvenes escritores, brillantes.
El primero, preocupado por la ficción de la realidad, (o al revés, no me acuerdo muy bien) en todo caso creo que es un adicto a Muchoviaje.com, o sea, que le gusta escribir libros de viajes.
Al segundo, es la amnesia y la materialización de lagunas mentales lo que le ocupa, o quizá no es nada de eso y la laguna es mía. La culpa la tienen ellos por rechazar el micro. No se entiende nada en mi grabadora.
Ésta minicrónica la tengo que maquetar en varios post, porque si no, se me amontonan las fotos, por lo tanto, dénle a la flechita de la derecha.
martes, 9 de diciembre de 2008
Eso, no tuvo perdón de Dios.
Me he dicho muchas veces,
todos los días, todas las noches.
Y me lo seguiré diciendo.
Por qué hice lo que hice,
y me cuelga la lengua un palmo.
Mi lengua ya es una raqueta;
el muro de las lamentaciones.
Me la trago
para fregarme por dentro
cuando la siento estropajo,
y restrego muchas veces,
todos los días, todas las noches.
Y seguiré fregando
hasta llegar a Dios,
que soy yo,
y yo, no me perdono.
Me he dicho muchas veces,
todos los días, todas las noches.
Y me lo seguiré diciendo.
Por qué hice lo que hice,
y me cuelga la lengua un palmo.
Mi lengua ya es una raqueta;
el muro de las lamentaciones.
Me la trago
para fregarme por dentro
cuando la siento estropajo,
y restrego muchas veces,
todos los días, todas las noches.
Y seguiré fregando
hasta llegar a Dios,
que soy yo,
y yo, no me perdono.
domingo, 7 de diciembre de 2008
Envíame un relato, ¡ya!, decía el comentario de Fernando Sárria, en mi blog, hace dos o tres semanas. Yo pensé, vale, algo se me ocurrirá, algún cuento seré capaz de estructurar e ir narrando palabra a palabra. Han pasado los días y al repasar lo que tenía guardado en “mis documentos”, no me ha gustado nada de nada. No sé porqué guardo toda esa bazofia. Son como medicamentos caducados que en su día cumplieron con su misión de amortiguar un vacío espiritual, de calmar el dolor de un aburrimiento, de atacar el virus de alguna curiosidad malsana y repentina, de exacerbar el síndrome de estocolmo crónico que padezco conmigo mismo, o de anti inflamar frecuentes contracturas en las cervicales del alma, pero que ya han perdido toda su efectividad laxante.
Como Fernando es uno de los pocos tipos entrañables a los que adoro, una de esas personas con las que sin tener relación constante, ni coincidencia de personalidad, respetas, porque cuando lo ves, inspira confianza y se te gana a golpe de jovialidad, transparencia y autenticidad, me pongo a la faena procurando exprimir mis “gossos modos” a ver si sale algo armónico, profundo y, esmerado.
Normalmente nos encontramos en presentaciones de libros y actos poéticos. Lugares por los que además de aficionados sinceros y sencillos a la poesía, desfilamos, deshechos de tienta, gente del hampa, actores secundarios, genios incomprendidos, pedantes de cuarta y, fantasmas onanistas.
Adivinen a cuál pertenezco yo.
Pues bien, en uno de esos encuentros, -y ésto lo juro por el azufre que respiraré eternamente cuando la palme- después de tomar unos vinos con otros fugitivos de la realidad, Fernando y yo, a lo que quisimos darnos cuenta, saliendo del enfrasque de una conversación más o menos irrelevante, una charla de barra salpicada por sus risotadas ante alguna de mis empanadas de perro viejo, miramos a nuestro alrededor y...
-Qué cabrones, se ha ido tododios. Pues yo, me voy también que estoy falto de sueño. Dijo Fernando.
-Vale, que te den. Dije yo.
-Cuídate, campeón, me deseó él, mientras se desabrochaba el cuello de la camisa y nos estrechábamos las manos.
No habían pasado ni dos minutos desde que me quedé sólo en Bodegas Dalmau, cuando una mujer de porte refinado, de unos treintaitantos, dirigiéndose a mi, decía algo a lo que no atendí porque mis ojos se clavaron en su escote, creyendo que la voz partía de allí, del esférico revestimiento de sus pulmones. Tenía una pinta estupenda; alta, media melena rubia, ojos grandes y azules y, labios altivos e indiscretos que dejaban ver una canana de blanquísimos dientes.
- Perdón, ¿decía, usted?.
-Decía, que si es amigo del señor que estaba con usted y que se acaba de ir.
-¿Lo conoce?.
-Yo a él, sí. Él a mi, también, pero ha pasado algún tiempo, estábamos muy borrachos y lo más seguro es que no se acuerde de nada.
-Pues vaya, ¿y?, ¿por qué no se ha acercado antes a saludarlo?.
-Era peligroso. Miedo. Me gustaría ser como una de sus hormigas, no cejar, no temer, insistir. Me conformo con recordar las horas que estuve con él. Fue en París. Coincidimos en una librería del Boulevard des Italiens con el mismo libro de Camus en las manos, era La Peste. Nos miramos nos reímos y me invitó a cenar en una de las barcazas de El Sena. Yo estaba y estoy casada y él también.
-Veo que le sigue la pista, me refiero a su mención de las hormigas.
-"…y me apoderé de tu piel y tu deseo,
derribando la humedad de tu cautela…"
-Tengo su libro, como ve. Entro en sus blogs aunque nunca comento nada, la entrevista que le hizo Antón Castro, la he visionado en Youtube miles de veces. Vivo en Santiago, he venido con mi cuñada a La Expo y, oh, casualidad. He estado intentando que no me viera, todo el rato.
-Y lo ha conseguido.
-Sí, pero, perdóneme, no he podido resistirme a preguntarle por él, tengo poco tiempo, ya le he dicho que estoy con mi cuñada, me inventaré algo para justificar esta conversación.
-Bien, lo entiendo, ¿quiere que le diga algo?.
-Que sepa que lo veo, que le leo, que no me importaron sus dificultades de erección, era comprensible por el alcohol, tampoco la peste de sus calcetines, (gracias a La Peste, de Camus, nos conocimos, ¡jeje!) ni la molesta raspadura de su barba entre mis piernas, ni que estuviera todo el tiempo recitándome poemas de amor, que he quedado petrificada al verlo, que soy una cobarde, que lamento la herida que le hice con mis dientes en el escroto, que es adorable, encantador, suave, delicioso y, sueño inalcanzable.
-Bien, ¿y cuando le haya dicho todo eso?, porque a lo mejor le gustaría saber lo que él opina de usted, si se acuerda.
-Seguro que se acordará, de hecho, lo tiene que hacer cada vez que se la coja para orinar o para cualquier otro menester. Ésto le inspirará un gran poema y lo escribirá, como sólo él sabe hacerlo. Yo lo leeré, y sabré que me lo dedica a mi. Con eso me basta, (por ahora). Me tengo que ir, encantada y un millón de gracias por su paciencia.
Y allí me quedé, viendo como salía del Dalmau, agarrada a su cuñada del brazo y me obsequiaba con una maliciosa y delicada sonrisa de complicidad.
¡Qué historia!.
Cómo no he visto a Fernando Sarria desde entonces y le debo un relato, qué mejor cuento que éste hecho, el cuál, juro por el incienso de mi sangre que ocurrió y, al que sólo falta ponerle, música de fondo, una fotografía de París y, otra de una pareja de amantes queriendo y no pudiendo quererse.
Como Fernando es uno de los pocos tipos entrañables a los que adoro, una de esas personas con las que sin tener relación constante, ni coincidencia de personalidad, respetas, porque cuando lo ves, inspira confianza y se te gana a golpe de jovialidad, transparencia y autenticidad, me pongo a la faena procurando exprimir mis “gossos modos” a ver si sale algo armónico, profundo y, esmerado.
Normalmente nos encontramos en presentaciones de libros y actos poéticos. Lugares por los que además de aficionados sinceros y sencillos a la poesía, desfilamos, deshechos de tienta, gente del hampa, actores secundarios, genios incomprendidos, pedantes de cuarta y, fantasmas onanistas.
Adivinen a cuál pertenezco yo.
Pues bien, en uno de esos encuentros, -y ésto lo juro por el azufre que respiraré eternamente cuando la palme- después de tomar unos vinos con otros fugitivos de la realidad, Fernando y yo, a lo que quisimos darnos cuenta, saliendo del enfrasque de una conversación más o menos irrelevante, una charla de barra salpicada por sus risotadas ante alguna de mis empanadas de perro viejo, miramos a nuestro alrededor y...
-Qué cabrones, se ha ido tododios. Pues yo, me voy también que estoy falto de sueño. Dijo Fernando.
-Vale, que te den. Dije yo.
-Cuídate, campeón, me deseó él, mientras se desabrochaba el cuello de la camisa y nos estrechábamos las manos.
No habían pasado ni dos minutos desde que me quedé sólo en Bodegas Dalmau, cuando una mujer de porte refinado, de unos treintaitantos, dirigiéndose a mi, decía algo a lo que no atendí porque mis ojos se clavaron en su escote, creyendo que la voz partía de allí, del esférico revestimiento de sus pulmones. Tenía una pinta estupenda; alta, media melena rubia, ojos grandes y azules y, labios altivos e indiscretos que dejaban ver una canana de blanquísimos dientes.
- Perdón, ¿decía, usted?.
-Decía, que si es amigo del señor que estaba con usted y que se acaba de ir.
-¿Lo conoce?.
-Yo a él, sí. Él a mi, también, pero ha pasado algún tiempo, estábamos muy borrachos y lo más seguro es que no se acuerde de nada.
-Pues vaya, ¿y?, ¿por qué no se ha acercado antes a saludarlo?.
-Era peligroso. Miedo. Me gustaría ser como una de sus hormigas, no cejar, no temer, insistir. Me conformo con recordar las horas que estuve con él. Fue en París. Coincidimos en una librería del Boulevard des Italiens con el mismo libro de Camus en las manos, era La Peste. Nos miramos nos reímos y me invitó a cenar en una de las barcazas de El Sena. Yo estaba y estoy casada y él también.
-Veo que le sigue la pista, me refiero a su mención de las hormigas.
-"…y me apoderé de tu piel y tu deseo,
derribando la humedad de tu cautela…"
-Tengo su libro, como ve. Entro en sus blogs aunque nunca comento nada, la entrevista que le hizo Antón Castro, la he visionado en Youtube miles de veces. Vivo en Santiago, he venido con mi cuñada a La Expo y, oh, casualidad. He estado intentando que no me viera, todo el rato.
-Y lo ha conseguido.
-Sí, pero, perdóneme, no he podido resistirme a preguntarle por él, tengo poco tiempo, ya le he dicho que estoy con mi cuñada, me inventaré algo para justificar esta conversación.
-Bien, lo entiendo, ¿quiere que le diga algo?.
-Que sepa que lo veo, que le leo, que no me importaron sus dificultades de erección, era comprensible por el alcohol, tampoco la peste de sus calcetines, (gracias a La Peste, de Camus, nos conocimos, ¡jeje!) ni la molesta raspadura de su barba entre mis piernas, ni que estuviera todo el tiempo recitándome poemas de amor, que he quedado petrificada al verlo, que soy una cobarde, que lamento la herida que le hice con mis dientes en el escroto, que es adorable, encantador, suave, delicioso y, sueño inalcanzable.
-Bien, ¿y cuando le haya dicho todo eso?, porque a lo mejor le gustaría saber lo que él opina de usted, si se acuerda.
-Seguro que se acordará, de hecho, lo tiene que hacer cada vez que se la coja para orinar o para cualquier otro menester. Ésto le inspirará un gran poema y lo escribirá, como sólo él sabe hacerlo. Yo lo leeré, y sabré que me lo dedica a mi. Con eso me basta, (por ahora). Me tengo que ir, encantada y un millón de gracias por su paciencia.
Y allí me quedé, viendo como salía del Dalmau, agarrada a su cuñada del brazo y me obsequiaba con una maliciosa y delicada sonrisa de complicidad.
¡Qué historia!.
Cómo no he visto a Fernando Sarria desde entonces y le debo un relato, qué mejor cuento que éste hecho, el cuál, juro por el incienso de mi sangre que ocurrió y, al que sólo falta ponerle, música de fondo, una fotografía de París y, otra de una pareja de amantes queriendo y no pudiendo quererse.
viernes, 5 de diciembre de 2008
Que discurra, que piense, que acumule ideas para la "house of assignation factory."
Me dice Sagrario.
Se me ocurren muchas, pero se me caen con un ruido sordo. Como si estuvieran muertas antes de nacer. Vienen, se alejan y me dejan plantado.
Una, recién fenecida: New Zeta Times (magazine).
Otra, rebautizar las calles, como en Nueva York.
Así, el Paseo de Independencia sería, la 5º.
El Coso, la 10. La calle Alfonso, la 57. Manifestación, la 29. Y en ese plan.
Broadway, sería El Tubo y aledaños. East Side, Torrero, y Manhattan, el Áctur.
Y nuestra Party House, en medio. Con muchas fiestas llenas de gays pintores, gays, poetas, gays, músicos. Todo muy elegante y sombreado por miles de velas.
En una de las habitaciones habría siempre una bella durmiente a tiempo parcial, lesbiana y japonesa, que se pareciera a Yoko Ono, o también podría ser de Cuenca y proponérselo a Ana Manzana, aunque no es lesbi-ana, -creo-. En fin, no sé. Todo ésto son ideas con muy poco tirón, por eso se me caen.
La Party House Gallery, en el East Village, cerca de El Pilar. Los mejores creatures de Jazz de Zeta, -todos, barrocos y gays-, amenizarían exposiciones abstractas de artistas de las que abstraen y substraen.
Yo, haría una colección de vestidos cortos y chillones para las chicas, que irían con pelucas lacias y brillantes, a las que también rebautizaríamos. Todas se llamarían, Dorothy. Ruth, Barbara, etc.
Park Avenue, sería El Parque Pignatelli. ¡Oh, Dios mío!, parece que lo estoy viendo. Aunque también podrían ser las riveras de Ebro River.
Pero..., me falta Harlem. Dónde coño sitúo Harlem.
Me dice Sagrario.
Se me ocurren muchas, pero se me caen con un ruido sordo. Como si estuvieran muertas antes de nacer. Vienen, se alejan y me dejan plantado.
Una, recién fenecida: New Zeta Times (magazine).
Otra, rebautizar las calles, como en Nueva York.
Así, el Paseo de Independencia sería, la 5º.
El Coso, la 10. La calle Alfonso, la 57. Manifestación, la 29. Y en ese plan.
Broadway, sería El Tubo y aledaños. East Side, Torrero, y Manhattan, el Áctur.
Y nuestra Party House, en medio. Con muchas fiestas llenas de gays pintores, gays, poetas, gays, músicos. Todo muy elegante y sombreado por miles de velas.
En una de las habitaciones habría siempre una bella durmiente a tiempo parcial, lesbiana y japonesa, que se pareciera a Yoko Ono, o también podría ser de Cuenca y proponérselo a Ana Manzana, aunque no es lesbi-ana, -creo-. En fin, no sé. Todo ésto son ideas con muy poco tirón, por eso se me caen.
La Party House Gallery, en el East Village, cerca de El Pilar. Los mejores creatures de Jazz de Zeta, -todos, barrocos y gays-, amenizarían exposiciones abstractas de artistas de las que abstraen y substraen.
Yo, haría una colección de vestidos cortos y chillones para las chicas, que irían con pelucas lacias y brillantes, a las que también rebautizaríamos. Todas se llamarían, Dorothy. Ruth, Barbara, etc.
Park Avenue, sería El Parque Pignatelli. ¡Oh, Dios mío!, parece que lo estoy viendo. Aunque también podrían ser las riveras de Ebro River.
Pero..., me falta Harlem. Dónde coño sitúo Harlem.
lunes, 1 de diciembre de 2008
L’important,
c’est la rose,
l’important,
c’est la rose,
l’important,
c’est la rose,
crois-moi…
Importancia, déjame burlarme de tí, importancia.
Es que tengo ganas de tomarme a chiste.
A mí me engendraron por casualidad, para mi madre, aquél hombre era importante,
para él, ella, sólo un polvo, unos tremendos polvazos con una preciosidad de mujer.
A mi me parió una rosa enamorada de un ornitorrinco imbécil.
Pesé cerca de cinco kilos y al verme tan grande, el pájaro voló.
Luego creo que se convirtió en búho, después en cuervo, y por último en grajo.
Lo importante para la rosa era el temblor de su pequeño escaramujo.
Es sencillo cómo ocurren las cosas, no sé que opinarán ustedes, pero para ganarse unas pesetas, la rosa tuvo que hacer de ama de cría de otro crío.
A mí me ponía en la teta buena y al otro en la teta atorada.
Yo me crié hermoso y grande y el otro, raquítico y roñoso.
Todo es cuestión de leches. O leche de ornitorrinco imbécil, o leche de falangista facha. Leche de polvazo, o leche de hiena azul con la camisa nueva.
En aquella época, para la gente, la rosa, era la puta que me parió
y no me dejó en el hospicio como quería el búho, como quería el cuervo, como quería el grajo.
Ahora, la rosa, a punto de cumplir noventa años, habla por los codos, me mira con orgullo, y me recuerda a mi hermano de leche, el raquítico.
Y yo le digo, ¿Cual es tu teta más importante?, ¿de qué teta le dabas de mamar al canijo?, y ella me contesta sonriendo maliciosamente. -Su padre me obligaba a darle de la teta derecha, pero eso no era lo importante, lo importante fue el ornitorrinco
imbécil.
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